Shawn Colvin

Hoy he pasado la mañana en el dentista.

Voy al dentista como quien va a ver una tía cuando no necesita de ella: porque no le queda más remedio.

Pero cuando voy al dentista —como esas tías lejanas—, no sé cómo se las ingenia para no dejarme volver a la calle así tan fácilmente.

Como cuando uno va a visitar a una de esas tías, yo también sabía hoy a lo que iba.

Y dije, tienes que llevarte algo que haga que la horita entera que vas a pasarte con la boca abierta duela menos. Algo.

Y le pregunté al médico: ¿si te dejo la boca MUY abierta, me dejas no escucharte? Meneó la cabeza. ¡Hombre!…

Si te dejo la boca MUY abierta, te sujeto el aspirador, no me contraigo y no me importa una mierda que la camisa se manche de mi sangre, ¿me dejas no escucharte?

¿Pero qué vas a hacer?

Eso, no escucharte.



Ella se llama Shawn Colvin, y nació en 1956 y tiene 3 premios Grammy, pero hasta este disco a mí no me había interesado para nada.

Shawn Colvin y la familia del dentista eran la misma cosa.

Pero un amigo me dijo: la familia del hombre que hace que tus dientes sigan en su sitio, en un tiempo se convertirá en tu propia familia. Aunque no lo pretendas, aunque lo evites, pero uno es así de sensible ante las situaciones frágiles.

Otro amigo me dijo: tú que te la pasas todo el tiempo diciendo que todo lo que no has aprendido de la pintura, ni de la literatura, lo has aprendido de la música y el cine, no tienes la menor idea si no has escuchado Uncovered, de Shawn Colvin.



Mario, el médico, me dijo: “ponte eso (es decir, mis audífonos) e intenta mantener la boca MUY abierta como una rana o al carajo la musiquita, ¿de acuerdo?”.

Asentí con el labio y la encía inferior anestesiados, grandes, e inertes como si alguien hubiese incrustado una derecha poderosa en ellos y dije: traatoo.

Así que abrí la boca lo más grande que supe sin contar con mi mandíbula anestesiada, di play y comencé a escuchar este disco:



Una hora después volví a mirar los guantes ensangrentados del médico. Yo tenía aún la boca MUY abierta y la asistenta me juraba que ahora mis dientes se veían MUCHO mejor.

Le creí.





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