En un relato que se desarrolla en silencio y que parece haber eludido los ojos vigilantes de los principales medios de comunicación y de la actual administración estadounidense, está en juego un complejo drama geopolítico. Desde el extremo sur de Argentina hasta las bulliciosas fronteras de México, argumenta Majid Rafizadeh desde la web del Instituto Gatestone, el régimen de Irán proyecta una larga sombra sobre América Latina. Esta maniobra estratégica, en gran medida no abordada por la administración Biden, marca un pivote preocupante en las relaciones internacionales, que podría redefinir la dinámica de seguridad del hemisferio occidental.
Los cimientos de esta partida de ajedrez geopolítico se sentaron en 1979, plantea el profesor Rafizadeh, con la instauración del régimen iraní, que desde entonces no ha dejado de manifestar su antipatía hacia Estados Unidos. Esta retórica se ha visto corroborada por el desarrollo de misiles balísticos, con los que Teherán presume de tener una capacidad que, según los informes, podría poner a Estados Unidos a una distancia de ataque de tan sólo 40 segundos. Esta afirmación, aunque alarmante, es sólo la punta del iceberg.
La estrategia histórica de Irán en Oriente Próximo se ha caracterizado por su apoyo a apoderados y grupos terroristas, algo que parece ansioso por reproducir en América Latina. Las alianzas que se están formando con naciones como Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Cuba no son meras cortesías diplomáticas, sino que están respaldadas por una agenda más adversa, sostiene Majid Rafizadeh. Estas alianzas, construidas en torno al apoyo militar y el suministro de armas, representan un esfuerzo calculado para establecer un punto de apoyo militar alarmantemente cerca de las costas estadounidenses.
Venezuela, bajo el liderazgo de Nicolás Maduro, emerge como un nodo crítico en esta red en expansión. El establecimiento de un programa conjunto de inteligencia con Irán, que abarca el tráfico de armas y el apoyo logístico, señala una escalada significativa en la cooperación militar. Esta alianza se ve reforzada por la integración de drones armados en el arsenal venezolano, lo que indica un salto en las capacidades ofensivas con posibles implicaciones para Estados Unidos.
La narrativa se profundiza con la implicación de otros países latinoamericanos. Nicaragua y Cuba también han entrado en liza, alineándose con las ambiciones de Irán. La visita del presidente iraní, Ebrahim Raisi, a estos países no sólo consolida estos lazos, sino que también subraya la creciente influencia de Irán en la región. Además, el atraque de buques de guerra iraníes en Brasil, poco después de la toma de posesión del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, apunta a una creciente red de compromisos militares y diplomáticos en toda América Latina.
El reciente acuerdo de defensa de Bolivia con Irán, que incluye la transferencia de tecnología de aviones no tripulados, añade otra capa de complejidad a la situación. Esta asociación suscita preocupación por la proliferación de tecnología militar iraní en el hemisferio sur y sus implicaciones para la seguridad regional y de Estados Unidos.
Las posibles consecuencias de la expansión estratégica iraní no se limitan a las posturas militares. La detención de iraníes que intentaban cruzar la frontera entre Estados Unidos y México, considerados una amenaza terrorista, ejemplifica la naturaleza múltiple del desafío que nos ocupa. Además, la implicación de las autoridades venezolanas en la expedición de pasaportes a individuos asociados con organizaciones terroristas como Hezbolá plantea serios interrogantes sobre el alcance y las ramificaciones de la influencia de Irán en América Latina.
En medio de estos acontecimientos, han surgido llamamientos a una postura más proactiva por parte de la administración estadounidense. La representante estadounidense María Elvira Salazar ha abogado por que Estados Unidos apoye a las fuerzas políticas comprometidas en la lucha contra el terrorismo y garantice la estabilidad regional, subrayando la urgencia de hacer frente a la invasión iraní.
Las acciones de Irán en América Latina, unidas a su implicación histórica en actividades terroristas y a sus alianzas con naciones adversarias a Estados Unidos, subrayan la necesidad apremiante de una respuesta estratégica. El escenario que se está desarrollando representa no sólo una preocupación regional sino un desafío directo a la seguridad de Estados Unidos.
El silencio y la aparente complacencia a la hora de abordar esta creciente amenaza podrían tener profundas implicaciones, subrayando la necesidad crítica de vigilancia y acción para contrarrestar las ambiciones de Irán a tan solo 40 segundos de Estados Unidos.
* El Dr. Majid Rafizadeh es estratega y asesor empresarial, académico de Harvard, politólogo, miembro del consejo de Harvard International Review y presidente del International American Council on the Middle East. Es autor de varios libros sobre el Islam y la política exterior estadounidense.
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