La confrontación entre Estados Unidos y Venezuela: Seis escenarios posibles

Para debilitar al gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro, es muy probable que Estados Unidos lleve a cabo ataques cinéticos contra enclaves de los carteles en territorio venezolano durante los próximos tres a seis meses, mientras que un escenario en el que Washington se limite a mantener sus actuales ataques contra embarcaciones de contrabando de drogas en el mar Caribe resulta menos probable.

Otros escenarios —incluidos una desescalada, una operación estadounidense dirigida directamente contra Maduro, una solución negociada o una invasión militar de Venezuela por parte de Estados Unidos— son altamente improbables.



El 15 de octubre, el presidente estadounidense Donald Trump confirmó que había autorizado a la CIA a llevar a cabo operaciones encubiertas en Venezuela. También afirmó que estaba considerando realizar operaciones antidroga en tierra, además de los ataques estadounidenses en curso en el sur del mar Caribe, que desde principios de septiembre han tenido como objetivo al menos cinco embarcaciones. 

Las declaraciones, los ataques militares y las maniobras cerca de Venezuela se producen después de que Estados Unidos desplegara ocho buques de guerra y 4.500 marinos e infantes de marina en el Caribe a mediados de agosto, un contingente que, según los informes, aumentó a 10.000 en octubre. 

La Casa Blanca ha informado al Congreso de que Estados Unidos se encuentra en un estado de “conflicto armado” con los carteles en América Latina, y el Pentágono ha preparado varias opciones militares para actuar en Venezuela.

Además, el 2 de octubre, Trump ordenó la suspensión de todas las conversaciones diplomáticas con el gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro. 

Venezuela, por su parte, ha desplegado soldados en su frontera occidental con Colombia, ha armado y entrenado a civiles en el uso de fusiles y ha intensificado las operaciones antidroga internas. 

Maduro también ha declarado un estado de conmoción externa (que otorga a las fuerzas armadas el control de los servicios públicos, las instituciones estratégicas, la industria petrolera y los cierres fronterizos) y ha instado reiteradamente a Trump a reconsiderar la acción militar y optar por la paz.

En este contexto, RANE ha elaborado seis escenarios para los próximos tres a seis meses, ordenados del más probable al menos probable:



Escenario n.º 1: Estados Unidos lanza operaciones en territorio venezolano y erosiona gradualmente el poder de Maduro (probabilidad del 40%)

Estados Unidos intensifica sus acciones militares con ataques aéreos sobre enclaves de los carteles y operaciones encubiertas en Venezuela, con el fin de debilitar el control de Maduro sobre el poder y crear las condiciones para un futuro cambio de régimen.

En este escenario, las fuerzas estadounidenses llevan a cabo ataques selectivos y/o operaciones de fuerzas especiales contra laboratorios de droga, centros logísticos de los carteles o pistas clandestinas y pequeños aeropuertos dentro del territorio venezolano, además de mantener sus ataques contra embarcaciones o aviones de narcotráfico en aguas y espacios aéreos internacionales del Caribe. Estados Unidos también podría atacar algunos activos militares venezolanos vinculados a grupos criminales. Sin embargo, es poco probable que se produzcan ataques directos contra objetivos políticos en Caracas o el despliegue de un gran contingente de tropas estadounidenses, ya que tales acciones podrían arrastrar a Estados Unidos a una confrontación militar de mayor envergadura con Venezuela en un momento en que tanto el Congreso como los votantes estadounidenses muestran escaso apetito por nuevas intervenciones directas en conflictos globales.

Dicho esto, la mera presencia de buques de guerra estadounidenses y el aumento de la actividad militar de Washington en la región podrían, a largo plazo, contribuir a debilitar el apoyo a Maduro entre las altas filas del ejército, al interrumpir las lucrativas actividades ilegales en las que están implicados algunos generales venezolanos —que van desde el narcotráfico y la minería ilegal hasta el sector petrolero y las importaciones de bienes—. Para amplificar este efecto, la administración Trump probablemente también lleve a cabo operaciones encubiertas en Venezuela destinadas a fortalecer a la oposición interna, fomentar la disidencia y crear mayores divisiones dentro de las fuerzas armadas venezolanas, con el objetivo final de allanar el camino para el derrocamiento del gobierno.

El estricto control de Maduro sobre el ejército y otras partes del aparato de seguridad pública probablemente limite la disidencia a corto plazo, manteniendo a las fuerzas armadas como pilar clave de su régimen durante los próximos tres a seis meses. Pero el aumento de la presión estadounidense podría modificar esta situación con el tiempo. En un intento de ganar margen frente a Estados Unidos en medio de su campaña militar intensificada, el régimen de Maduro amenaza ocasionalmente a países vecinos como Guyana y Trinidad y Tobago, aunque sus acciones se limitan a episodios esporádicos de hostigamiento contra embarcaciones petroleras o gasíferas.

El aumento de la presencia militar estadounidense en el Caribe plantea riesgos limitados para buques de carga, de pasajeros o petroleros, pero aun así perturba indirectamente la actividad marítima al elevar las primas de seguro, lo que lleva a las empresas a optar por rutas más largas y costosas o incluso a suspender indefinidamente sus operaciones en la zona. En este escenario, Venezuela también permanece bajo estrictas sanciones de Estados Unidos; sin embargo, la administración Trump no revoca la licencia que permite a Chevron mantener sus operaciones en el país. Las exportaciones continuas de crudo de la compañía estadounidense, a su vez, proporcionan una fuente vital de ingresos al régimen de Maduro y ayudan a mantener a flote la economía venezolana, pese a la elevada inflación y a las ocasionales carencias de productos importados.

  • Este es el escenario más probable, ya que la significativa superioridad militar de Estados Unidos limitaría la capacidad de respuesta militar de Venezuela, reduciendo así las restricciones operativas para Washington.
  • Aunque los ataques en territorio venezolano suscitarían cuestionamientos por la violación de la soberanía del país, las acciones recientes de Estados Unidos en el Caribe también han demostrado un desprecio por el derecho internacional. Washington probablemente justificaría el uso de fuerza letal en territorio venezolano como un acto necesario para defender su seguridad nacional en el marco de su actual “conflicto armado” con los carteles, especialmente después de haber designado oficialmente a estos grupos como organizaciones terroristas.


Escenario n.º 2: Estados Unidos mantiene sus ataques actuales en el Caribe, con amenazas directas limitadas para Maduro (probabilidad del 25%)

Estados Unidos continúa atacando embarcaciones y aeronaves dedicadas al narcotráfico en el Caribe, pero no escala sus operaciones al territorio venezolano debido a limitaciones internas, lo que se traduce en desafíos mínimos para el régimen de Maduro.

En este escenario, Estados Unidos no pasa a atacar activos dentro de territorio venezolano ni realiza incursiones militares, debido a restricciones domésticas como la oposición bipartidista en el Congreso, posibles impugnaciones legales o la resistencia dentro de la propia base de apoyo de Trump. En su lugar, las fuerzas estadounidenses mantienen ataques cinéticos contra embarcaciones de contrabando de drogas y comienzan también a atacar aeronaves implicadas. La administración Trump impone nuevas sanciones económicas a Venezuela y mantiene una retórica hostil hacia el régimen de Maduro. Sin embargo, el Departamento del Tesoro estadounidense no revoca la estricta licencia que permite a Chevron operar en el país, y concede autorizaciones similares a un pequeño número de empresas energéticas europeas.

El flujo de ingresos reducido pero constante procedente de la exploración de petróleo y gas permite al gobierno venezolano limitar la escasez de productos y mantener algunos programas sociales. Esto ayuda al régimen de Maduro a conservar cierto respaldo popular, que, combinado con su control sobre el aparato de seguridad pública, reduce la actividad de protesta en el país. El gobierno venezolano continúa además armando a civiles y reforzando sus fuerzas paramilitares, como la Milicia Bolivariana y los llamados colectivos, con el objetivo de aumentar los costos operativos y reputacionales de una posible acción militar estadounidense en su territorio.

Asimismo, el régimen de Maduro amenaza ocasionalmente a países vecinos como Guyana y Trinidad y Tobago, pero sus acciones se limitan a episodios esporádicos de hostigamiento contra embarcaciones, sin llegar a atacar de manera concreta la infraestructura petrolera o gasífera de otros países.

Las operaciones militares estadounidenses en el Caribe son muy poco probables que representen amenazas directas para buques de mayor tamaño —como cargueros, cruceros o petroleros—. No obstante, el aumento de la actividad militar en la región eleva los costos de los seguros y lleva a algunas compañías navieras a desviar sus embarcaciones por rutas más largas y costosas. Determinadas actividades comerciales o recreativas en el mar Caribe también podrían quedar temporalmente suspendidas.



Escenario n.º 3: Estados Unidos se retira y permite a Maduro consolidar su poder (probabilidad del 15%)

Una combinación de presiones internacionales y domésticas obliga a la administración Trump a dar marcha atrás en su “guerra contra los carteles”, lo que conduce a un acuerdo con el régimen de Maduro que pone fin a la acción militar estadounidense en la región en un futuro previsible.

En este escenario, algunos republicanos aislacionistas en el Congreso brindan su apoyo a iniciativas encabezadas por los demócratas destinadas a presionar a la administración Trump para que desmantele su despliegue naval en el Caribe. Paralelamente, el resurgimiento de conflictos en Oriente Medio y Europa del Este, y/o la aparición de nuevos focos de tensión en el sudeste asiático, desvían la atención de la Casa Blanca del hemisferio occidental. En ese contexto, Trump reconsidera las concesiones ofrecidas por Maduro para reducir las tensiones actuales, entre ellas aceptar un mayor número de migrantes deportados desde Estados Unidos, intensificar los esfuerzos contra el narcotráfico interno y otorgar prioridad a las empresas estadounidenses en los contratos petroleros, gasíferos y mineros en Venezuela.

Washington y Caracas alcanzan finalmente un acuerdo que permite a Trump reivindicar una especie de victoria, evitando al mismo tiempo disgustar a sus seguidores más duros, contrarios a los compromisos militares de Estados Unidos en el extranjero. Sin embargo, la retirada estadounidense también refuerza la posición política de Maduro, permitiéndole mantener su férreo control sobre las instituciones y las fuerzas armadas venezolanas. Esto se traduce en una mayor consolidación del poder y un aumento de la represión contra la oposición, incluidas detenciones o desapariciones forzadas de líderes destacados y sus colaboradores.

Las operaciones militares en aguas internacionales del Caribe se vuelven menos frecuentes, lo que permite la paulatina normalización del transporte marítimo comercial y recreativo en la región en los siguientes tres a seis meses. La desescalada también reduce la incertidumbre para las empresas petroleras y gasíferas que operan en Venezuela, facilitando una expansión gradual de la producción. Esto, a su vez, contribuye a una leve recuperación económica, ayudando a disminuir el descontento popular en Venezuela y a reducir los flujos migratorios a largo plazo.



Escenario n.º 4: Estados Unidos ataca directamente a Maduro y fuerza un cambio de régimen (probabilidad del 10%)

La administración Trump intenta provocar un cambio de régimen en Venezuela mediante un ataque selectivo contra Maduro, lo que desencadena una fuerte inestabilidad política, un conflicto armado interno y una crisis humanitaria en el país.

En este escenario, la administración Trump determina que la “decapitación” del régimen venezolano es esencial para su estrategia de combate contra las autocracias de izquierda en América Latina. Los esfuerzos de la oposición venezolana —en particular, la hoja de ruta de transición propuesta por la premio Nobel de la Paz María Corina Machado, que beneficiaría a las empresas estadounidenses y garantizaría que el régimen de Maduro fuera sustituido por una administración proestadounidense— refuerzan la motivación de Washington para actuar. Durante meses, Estados Unidos mantiene sus ataques contra embarcaciones de narcotráfico y comienza a atacar también aviones en el mar Caribe y enclaves de los carteles dentro del territorio venezolano. La administración Trump intensifica su retórica contra Maduro y exige su dimisión, reforzando su narrativa de que se trata de un narcoterrorista y un presidente ilegítimo.

Washington finalmente recurre a una operación encubierta o a un ataque militar selectivo contra el presidente venezolano. Una posibilidad es un ataque con drones, que la administración Trump podría justificar como parte de su ofensiva contra los carteles de la droga, amparándose en su afirmación de que Maduro lidera el Cartel de los Soles. Sin embargo, es más probable que Estados Unidos proporcione armas, apoyo logístico o entrenamiento a la oposición o a individuos radicalizados y descontentos con el régimen de Maduro, para que sean ellos quienes ejecuten ataques armados o explosivos rudimentarios contra el presidente, permitiendo así a Washington mantener un cierto grado de negación plausible tras el suceso.

El vacío de poder dejado por Maduro daría paso a un periodo de intensa inestabilidad política en Venezuela. Altos cargos del régimen, incluidos ministros clave y generales, intentarían probablemente conservar el control del aparato estatal, ya que su salida del poder los expondría a posibles acusaciones, juicios y encarcelamiento tanto en Venezuela como en Estados Unidos. Cualquier nuevo líder tendría dificultades para mantener cohesionada la jerarquía militar, lo que previsiblemente conduciría a su caída. La muerte de Maduro fortalecería asimismo a la oposición, desatando amplias protestas antigubernamentales en las principales ciudades o incluso intentos armados de derrocar al gobierno e instaurar una nueva administración. Los dirigentes que permanecieran en el poder intentarían reprimir la disidencia, lo que probablemente derivaría en enfrentamientos armados y empujaría a Venezuela hacia un conflicto interno.

Dicho esto, un gobierno debilitado y controlado por los aliados de Maduro tendría escasa capacidad para amenazar militarmente a los países vecinos. Con Maduro fuera del poder, Estados Unidos también reduciría sus ataques marítimos, permitiendo la reanudación de las operaciones comerciales y recreativas en el sur del mar Caribe.

  • Incluso si la muerte de Maduro desembocara en una rápida transición política, la actual oposición seguiría enfrentando importantes desafíos. Sectores de la población y de las instituciones del Estado permanecerían leales a Maduro o al ideario izquierdista que representa el chavismo, y los intentos de purgar a esos elementos del aparato estatal probablemente provocarían manifestaciones, sabotajes o incluso intentos de derrocar al nuevo gobierno. El consiguiente aumento de la violencia, la agitación generalizada y la inestabilidad política aguda sumirían la economía venezolana en una depresión. El deterioro adicional de las condiciones de vida reavivaría una crisis humanitaria en Venezuela y obligaría a cientos de miles de personas a huir del país, incrementando el tráfico de migrantes hacia otras naciones latinoamericanas. En medio de esta profunda incertidumbre política, las empresas serían muy reticentes a confiar en los planes del nuevo gobierno opositor en materia de privatizaciones, inversiones en energía y minería, y reestructuración de la deuda durante los próximos seis meses.


Escenario n.º 5: Maduro dimite como parte de un acuerdo negociado con Estados Unidos (probabilidad del 5%)

Una solución negociada desemboca en la dimisión de Maduro y en una transición de poder en gran medida pacífica, lo que mejora las perspectivas económicas de Venezuela.

En este escenario, pese a importantes limitaciones, Estados Unidos incrementa significativamente la presión sobre Maduro mediante bombardeos en territorio venezolano, el fortalecimiento de la oposición interna y operaciones encubiertas destinadas a fomentar la disidencia dentro de las fuerzas armadas. Para evitar el riesgo de un ataque directo contra su persona o de una invasión terrestre, Maduro acepta exiliarse junto con algunos de sus colaboradores más cercanos. Sin embargo, algunos de ellos y otros altos funcionarios son detenidos y enfrentan posibles juicios en Venezuela o en Estados Unidos.

La salida negociada de los dirigentes del régimen allana el camino para una transición pacífica del poder en Venezuela, reduciendo el riesgo de inestabilidad política y de disturbios. Edmundo González —el líder opositor venezolano ampliamente reconocido como ganador de las disputadas elecciones presidenciales de 2024— probablemente regresa de su exilio en España para asumir la presidencia. No obstante, Corina Machado conserva la mayor parte del poder y la influencia dentro del nuevo gobierno, desempeñándose como principal enlace entre Caracas y la comunidad internacional. La ordenada investidura del nuevo gobierno estabiliza la economía venezolana, impulsando el regreso de un gran número de migrantes venezolanos a medida que las condiciones de vida mejoran de forma gradual.

  • Este escenario es muy poco probable, dado que la Casa Blanca ha suspendido las conversaciones diplomáticas con Venezuela y es improbable que las reanude en los próximos tres a seis meses. Además, el amplio entramado político y militar de Caracas difícilmente aceptaría una solución negociada, ya que las garantías de no enjuiciamiento o de asilo ofrecidas por Washington probablemente beneficiarían solo a Maduro y a unos pocos colaboradores, dejando fuera a los numerosos altos cargos del gobierno y de las fuerzas armadas implicados en actividades ilícitas como el narcotráfico, las violaciones de derechos humanos y la corrupción.


Escenario n.º 6: Estados Unidos lanza una invasión terrestre y fuerza un cambio de régimen (probabilidad del 5%)

La administración Trump recurre a una amplia campaña de bombardeos y a una invasión terrestre para derrocar al régimen de Maduro, aunque la presencia militar estadounidense mitiga parcialmente los riesgos de disturbios y de inestabilidad política a corto y medio plazo.

En este escenario, la administración Trump se apoya en sus aliados en puestos de liderazgo del Congreso para sortear los esfuerzos legislativos internos destinados a bloquear una acción militar en Venezuela. A pesar de la amplia oposición de legisladores y ciudadanos estadounidenses, la Casa Blanca procede a lanzar una operación militar terrestre en el país latinoamericano, con el objetivo declarado de frenar el narcotráfico, derrotar una autocracia de izquierda y contener la influencia china en la región.

Para preparar esta operación intensificada en un país con una superficie doble a la de Irak, Washington aumenta gradualmente su retórica contra el régimen venezolano y amplía el despliegue de personal en el sur del mar Caribe durante un par de meses, al tiempo que incrementa la frecuencia de los ataques cinéticos tanto en el mar como en territorio venezolano. Las fuerzas estadounidenses llevan a cabo entonces varios bombardeos contra los principales activos militares, políticos y económicos de Venezuela —incluido el palacio presidencial— en Caracas y en otras regiones del país.

La campaña, que se prolonga durante varias semanas, culmina con Maduro huyendo de Venezuela y buscando asilo en un país aliado, o bien siendo capturado o muerto por fuerzas estadounidenses o por militantes opositores. Aunque las tropas de Estados Unidos probablemente alcanzarían Caracas con rapidez, algunos combates callejeros en la capital provocarían un alto número de víctimas civiles y la muerte de un pequeño contingente de soldados estadounidenses, ya que miembros de la Milicia Bolivariana y simpatizantes armados del régimen intentarían defender al gobierno.

Este escenario generaría graves amenazas de seguridad en todo el territorio venezolano, especialmente mientras las fuerzas estadounidenses y los grupos antimaduristas luchan por tomar el control de zonas más remotas del país, como la selva densa o la región andina montañosa, donde los leales a Maduro podrían esconderse y reorganizarse. La incursión militar estadounidense y los tiroteos resultantes provocarían el desplazamiento de miles de venezolanos, tanto dentro del país como hacia las naciones vecinas.

Tras el colapso del régimen de Maduro, Estados Unidos mantendría una presencia militar en el terreno, lo que probablemente permitiría a la actual oposición política venezolana asumir el poder. El apoyo de Washington al gobierno de transición aumentaría la confianza de las empresas en sus planes para atraer inversión extranjera. Sin embargo, los partidarios de Maduro podrían llevar a cabo ataques contra los nuevos dirigentes, funcionarios y edificios públicos. También podrían atacar activos, personal y ciudadanos estadounidenses tanto en Venezuela como —en menor medida— en otros países de América Latina, incrementando los riesgos de seguridad para los estadounidenses que residan o viajen en países con grandes comunidades migrantes venezolanas.



* Artículo original: “U.S. Confrontation With Venezuela: Potential Scenarios”. Traducción: ‘Hypermedia Magazine’.