La juventud cubana baila a ritmo de K-Pop

Un nuevo ritmo está cautivando a la juventud en Cuba. El K-pop, la sensación musical mundial originaria de Corea del Sur, ha encontrado un público apasionado en la isla, conocida como la cuna de la salsa.

Mikel Caballero, un joven de 17 años de La Habana aficionado al K-pop, resume la tendencia creciente entre los jóvenes cubanos. “Soy yo mismo (con) el K-pop. Puedo liberarme”, afirma, encarnando el sentimiento que ha atraído a muchos adolescentes a abrazar las intrincadas coreografías de grupos como BTS y Blackpink.

Este cambio cultural se produce después de que el gobierno cubano concediera a sus ciudadanos acceso móvil a Internet hace apenas cinco años, lo que ha provocado una revolución en el consumo de información y entretenimiento. Los jóvenes cubanos, antes aislados de las tendencias digitales globales, se adentran ahora en el mundo de las redes sociales, las aplicaciones para compartir viajes y las plataformas de vídeo en línea como YouTube. El resultado no es sólo una nueva fascinación por el K-pop, sino también la adopción de festividades culturales como Halloween.

Para Samyla Trujillo, de 14 años, el K-pop no es sólo un pasatiempo, sino una inspiración. Su dedicación al género, que incluye una vibrante colección de pósters y una inmersión en los dramas K, la ha puesto en el camino a ser la primera ídolo K-pop de Cuba. “Cuando vi a BTS… me dije: ‘Quiero bailar como ellos’“, comparte con un entusiasmo contagioso que trasciende el salón que transforma en estudio de baile.

Alejandro Achin, de 21 años, representa el poder transformador del K-pop en la isla. Tras hacer realidad su sueño de actuar en Seúl después de un exitoso concurso amateur de K-pop en La Habana, Achin afirma que el género es una “experiencia completamente nueva” para los cubanos.




Hohyun Joung, ciudadano surcoreano que enseña en un centro cultural y de idiomas de La Habana, da fe del encanto universal del K-pop, señalando su resonancia con las preocupaciones y aspiraciones de los jóvenes. El rápido crecimiento de la popularidad del centro pone de manifiesto el creciente interés por la cultura surcoreana, con un alumnado deseoso de participar, pero limitado por el espacio.

Ia González, de 20 años, estudiante del centro, resume el compromiso de abrazar esta ola cultural. Su viaje para aprender coreano está alimentado por la pasión, un sentimiento del que se hacen eco muchos jóvenes cubanos que están integrando el idioma y el ethos del K-pop en su vida cotidiana.