En una reciente columna de opinión publicada en The Hill, el periodista Rafael Bernal se sumerge en el complejo laberinto de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, ofreciendo una visión de la postura y las preocupaciones de Cuba. Su artículo, centrado en una entrevista con Johana Tablada, alta funcionaria del Ministerio de Asuntos Exteriores cubano en la División General para Estados Unidos, arroja luz sobre la intención de Cuba de normalizar los lazos con la administración Biden y sus repercusiones.
Cuba, un país situado a sólo 90 millas al sur de Florida, tiene una compleja historia con Estados Unidos, marcada por embargos comerciales, sanciones políticas e intentos diplomáticos fallidos. La columna de Bernal pone de relieve la desesperación y el deseo de reconciliación de una nación. El Estado comunista, que se enfrenta a conflictos económicos y a una creciente tasa de emigración, busca el diálogo, no la discordia.
Como Bernal transmite a través de las palabras de Tablada, Cuba anhela respeto y una postura no intervencionista por parte de EE.UU. Este sentimiento resuena especialmente cuando Tablada afirma que los estadounidenses “jamás soñarán con que otro país intervenga en sus asuntos internos”. El quid de la cuestión, como se ha mencionado, parece ser la voluntad política y la política electoral, una dinámica que complica la trayectoria de las negociaciones entre Estados Unidos y Cuba.
Quizás uno de los puntos más polémicos que toca Bernal es la inclusión de Cuba en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo durante los últimos días de la administración Trump. Esta decisión no sólo complica los esfuerzos diplomáticos de la administración Biden, sino que también profundiza las heridas económicas de Cuba. El impacto fue sustancial, evidenciado por la rápida retirada de los bancos extranjeros de la isla por temor a las sanciones estadounidenses y el posterior desencadenamiento de protestas masivas en 2021.
La perspectiva de Tablada, como articula Bernal, gira en torno a la noción de que la inclusión no sólo fue injusta, sino también ineficaz. La intención podría haber sido paralizar la economía de Cuba, pero tuvo consecuencias imprevistas: un aumento de la emigración y un empañamiento del compromiso de Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo.
La columna de Bernal yuxtapone la apertura de Cuba al cambio, desde las reformas económicas a los cambios sociales como la legalización del matrimonio homosexual, con la reticencia de Estados Unidos a comprometerse con la nación comunista. La frustración de los cubanos es palpable, especialmente cuando observan las relaciones de Estados Unidos con otras naciones. La observación de Tablada de que Estados Unidos tiene una relación más cálida con China, una superpotencia mundial con sus problemas de derechos humanos, toca la fibra sensible.
Tablada retrata a Cuba como una nación dispuesta a debatir una miríada de temas, desde los derechos humanos hasta la emigración. Sin embargo, el quid de la cuestión sigue siendo la reticencia de Estados Unidos a levantar el bloqueo, que, en opinión de Tablada, socava el compromiso genuino de Estados Unidos con los derechos humanos.
Bernal traza un retrato de dos naciones tan cercanas geográficamente y tan distantes políticamente. A pesar de las interacciones esporádicas entre funcionarios cubanos y estadounidenses sobre ciertos temas, la confianza fundamental sigue siendo esquiva, dando lugar a lo que Tablada denomina una “relación disfuncional”.
La pastilla: 01×07. ¿Será el científico Eduardo López-Collazo el primer Nobel cubano?
Eduardo López-Collazo es físico nuclear, doctor en Farmacia e investigador. ¿Su sueño? Eliminar la metástasis. Desde 2014, su nombre aparece en la lista de los gais más influyentes de España. Es colaborador habitual de este podcast.