Corea del Sur ha establecido relaciones diplomáticas con Cuba, un acontecimiento que no sólo ha cogido desprevenido a Pyongyang, sino que también le ha valido a Cuba el calificativo de “nación traidora” entre los círculos norcoreanos. Este acontecimiento supone una importante victoria diplomática de Seúl sobre su rival del Norte, ya que Cuba ha sido considerada tradicionalmente como uno de los aliados más firmes de Corea del Norte.
El anuncio se produjo a mediados de febrero, cuando Seúl reveló sus planes de abrir una misión diplomática en La Habana. El objetivo de esta medida es ayudar a las empresas surcoreanas a establecerse en el Caribe, promover la cultura coreana y permitir a Cuba acceder a nuevas fuentes de desarrollo y ayuda. El gobierno surcoreano no se ha pronunciado sobre el impacto que este hecho pueda tener en las relaciones que Cuba mantiene desde hace tiempo con Corea del Norte.
Sin embargo, los expertos creen que la decisión de Seúl obedece en parte a un deseo estratégico de disminuir la red de aliados de Pyongyang, reflejando tácticas empleadas anteriormente por la propia Corea del Norte. A pesar de la ausencia de comentarios oficiales por parte de las autoridades norcoreanas y del silencio de los medios de comunicación estatales sobre los lazos Seúl-La Habana, fuentes citadas por el sitio web NK News sugieren un creciente descontento dentro de Corea del Norte, tachando a Cuba de “nación traidora”.
Entre las señales del descontento norcoreano figuran el cese de la cobertura informativa de Cuba en los medios norcoreanos y la llamativa ausencia del nombre del embajador cubano en los informes sobre las celebraciones del cumpleaños de Kim Jong Un. Históricamente, Cuba ha gozado de una cobertura favorable en los medios estatales norcoreanos, celebrando la camaradería entre ambos países, como cuando Cuba boicoteó los Juegos Olímpicos de Verano de Seúl 1988, en solidaridad con el Norte.
El establecimiento de lazos entre Corea del Sur y Cuba supone un cambio monumental en las relaciones internacionales y subraya la destreza diplomática de Seúl. Los expertos sostienen que esta asociación podría conducir a un aumento del turismo y los intercambios comerciales entre Corea del Sur y Cuba, teniendo en cuenta el atractivo de esta última como destino “interesante y misterioso” para muchos surcoreanos.
Este avance diplomático se produce en un momento en el que Corea del Norte se enfrenta a retos para mantener su presencia internacional, evidenciados por el cierre de varias de sus embajadas en todo el mundo debido a limitaciones financieras y al riesgo de deserciones. Además, los países europeos están empezando a inspeccionar sus instalaciones diplomáticas en Pyongyang, cerradas desde las primeras fases de la pandemia de coronavirus.
Los analistas ven el deshielo de las relaciones entre Seúl y La Habana como un resultado inevitable, dadas las enormes disparidades de riqueza y desarrollo entre las dos Coreas. El cambio no sólo representa un revés diplomático para Pyongyang, sino que también pone de relieve la cada vez menor ventaja competitiva de Corea del Norte en la escena mundial.
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