El Gaylord Palms Resort and Convention Center resonó este sábado con vítores para Trump, quien dominó claramente el evento con una asertiva exhibición de músculo político, revelando respaldos de siete legisladores estatales de Florida, incluidos cinco desertores del campamento de DeSantis.
La reunión republicana, en la que participaron los principales aspirantes presidenciales del Partido Republicano, se convirtió en un barómetro inequívoco de los cambios de lealtades dentro de las filas del partido. La estrategia política de Trump se puso de manifiesto cuando logró eclipsar a DeSantis, a pesar de la fortaleza de este último en su estado natal.
DeSantis, considerado un fuerte aspirante a la nominación presidencial republicana tras una resonante reelección como gobernador, se encontró con un público menos receptivo y con evidentes deserciones entre sus supuestos aliados estatales. La demostración de fuerza de Trump se produjo pocos días antes de un debate presidencial del Partido Republicano en Miami, que Trump ha optado por saltarse en favor de un mitin en Hialeah.
El discurso de Trump fue una aguda crítica a DeSantis, destacando su ventaja en las primarias y tocando temas de lealtad y victoria. Lleno de su bravuconería marca registrada y un golpe a expensas de DeSantis —burlándose de él apodándolo “DeSanctimonious”— los comentarios de Trump resonaron con un público engalanado con mercancía MAGA, lo que indica una clara preferencia por el liderazgo del ex presidente.
En cambio, el discurso de DeSantis evitó mencionar directamente a Trump y se centró en la necesidad de triunfar en las elecciones y en las grandes batallas políticas, una declaración que cosechó aplausos, pero que no pudo igualar el fervor desatado por la presencia de Trump.
La cumbre sirvió como microcosmos del sentimiento republicano en general, ya que la campaña de Trump sigue ganando impulso, a pesar de los dilemas legales a los que se enfrenta: cuatro acusaciones penales que abarcan 91 cargos por delitos graves.
Mientras que otros candidatos, como el ex gobernador de Arkansas Asa Hutchinson y el ex gobernador de Nueva Jersey Chris Christie, fueron abucheados por su postura crítica hacia Trump, otros, como el senador republicano Tim Scott y el senador republicano Rick Scott, lograron sortear el ambiente cargado con diversos grados de éxito.
La deserción de partidarios previamente incondicionales de DeSantis —como el representante estatal Randy Fine, que expresó abiertamente su insatisfacción con el manejo de DeSantis de temas como el antisemitismo— es un testimonio significativo de la dinámica cambiante dentro del panorama republicano de Florida.
A medida que los puestos de merchandising y los eslóganes políticos adornaban el evento con sentimientos pro-Trump, se hacía cada vez más evidente que para muchos republicanos de Florida, la gobernación y una posible futura candidatura presidencial pueden no ser suficientes para eclipsar el atractivo del combativo estilo político de Trump y su influencia sobre la base del partido.
Así pues, la cumbre no solo puso de relieve la perdurable influencia de Trump en el electorado republicano, sino que también subrayó los retos a los que se enfrentan DeSantis y otros candidatos en un escenario político todavía muy dominado por la personalidad del expresidente.
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