Contratista cubano. Foto: Ryazanskie Vedomosti.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba ha revelado una siniestra operación de tráfico de personas dentro de sus fronteras, que explotaba a ciudadanos cubanos, atrayéndolos con promesas de lucrativas oportunidades de trabajo en el extranjero, sólo para enviarlos a servir en la Operación Especial de Voluntarios (SVO) en Ucrania.
La revelación se produce en medio de una creciente preocupación por el reclutamiento de extranjeros en el ejército ruso. A principios de mayo, se informó de que la ciudad rusa de Riazán, situada al sureste de Moscú, se había convertido en un centro neurálgico de estas campañas de reclutamiento.
Además de ciudadanos rusos, un número significativo de extranjeros, entre ellos cubanos, firmaron contratos allí. A estos reclutas cubanos se les prometía un salario mensual que oscilaba entre 204 000 y 500 000 rublos, con una asignación inicial única de 200 000 rublos además de los 195 000 rublos “presidenciales” básicos. Además, el atractivo de obtener la ciudadanía rusa avivaba aún más el interés de estos cubanos.
Pero, ¿cómo fueron atrapados estos cubanos? Un análisis en profundidad del proceso de reclutamiento revela una inquietante cadena de acontecimientos.
En primer lugar, se contacta con los potenciales reclutas a través de anuncios en la popular plataforma de mensajería WhatsApp.
Estos anuncios prometen contratos de trabajo relacionados con proyectos de construcción en Ucrania, concretamente la construcción de trincheras y la reconstrucción de edificios dañados.
Estos trabajos se ofrecen en zonas seguras, lejos de cualquier conflicto directo. Una vez que una persona manifiesta su interés, se le proporcionan billetes de avión a través del aeropuerto de Varadero, de fácil acceso para los turistas.
A su llegada a Moscú, estos desprevenidos cubanos son recibidos por un oficial cubano y un abogado. A continuación, se les traslada a Riazán, donde se les somete a un reconocimiento médico. Sin una traducción adecuada o comprensión de la situación, se les hace firmar documentos, lo que los lleva a ser procesados para obtener documentos militares rusos.
Antes de que se den cuenta, estos reclutas se encuentran enviados a zonas de combate en primera línea, lejos de las funciones de construcción “seguras” que les habían prometido inicialmente.
El verdadero alcance de esta red de tráfico de personas aún no se ha desvelado, y se están llevando a cabo investigaciones tanto en Cuba como en Rusia.
Esta revelación plantea cuestiones cruciales sobre los límites éticos que se cruzan en los reclutamientos militares internacionales y la explotación de poblaciones vulnerables para obtener beneficios políticos y militares.
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