Estados Unidos intensificó la retórica hacia Corea del Norte el martes, cuando su asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, anunció que Corea del Norte “pagará un precio” si decide suministrar armas a Rusia. Las negociaciones armamentísticas entre ambas naciones avanzan con rapidez, lo que aumenta la preocupación mundial.
Esto se produce en medio de especulaciones sobre la inminente visita del líder norcoreano Kim Jong Un a Rusia para reunirse con el presidente Vladimir Putin. Sullivan declaró a los periodistas en la Casa Blanca: “Corea del Norte no va a quedar bien suministrándole armas a Rusia y pagará un precio por ello en la comunidad internacional”. La urgencia se debe a la guerra que Rusia mantiene en Ucrania, donde sus acciones militares han sido ampliamente condenadas.
Aunque el Kremlin se ha mantenido hermético, con el portavoz Dmitry Peskov diciendo que no tenían “nada que decir” sobre posibles reuniones o acuerdos de armas, funcionarios estadounidenses y aliados han señalado que una reunión Kim-Putin podría estar en el horizonte. Informes del ‘New York Times’ indican que Kim podría viajar a Rusia la próxima semana.
En medio del aislamiento mundial de Rusia debido a sus acciones en Ucrania, la nación se ha apoyado cada vez más en Corea del Norte. Los analistas políticos sugieren que, si bien las relaciones entre Corea del Norte y Rusia eran frías en el pasado, el actual clima geopolítico ha propiciado una nueva camaradería.
Una incómoda cooperación en materia de defensa
Aunque un funcionario del Ministerio de Defensa norcoreano afirmó el pasado noviembre que Pyongyang no tiene antecedentes ni planes futuros de “tratos armamentísticos” con Rusia, los últimos acontecimientos sugieren lo contrario. Moscú y Pyongyang han expresado su intención de ampliar su cooperación en materia de defensa, y el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, anunció posibles maniobras militares conjuntas durante su visita a Pyongyang en julio.
Keir Giles, Senior Consulting Fellow del Programa Rusia y Eurasia de Chatham House, se refirió a las cambiantes alianzas mundiales afirmando: “Del mismo modo que se puede distinguir a una persona por sus amigos, se puede distinguir a un país por la compañía que mantiene. En el caso de Rusia, esa compañía se compone ahora en gran medida de otros Estados delincuentes”.
El mundo observa con expectación los preparativos de Kim para una posible visita a Rusia, su primer viaje internacional en más de cuatro años y el primero desde el inicio de la pandemia de coronavirus. Su medio de transporte sigue siendo objeto de especulación, con posibilidades que van desde su jet personal de fabricación rusa hasta un tren blindado.
Expertos como Andrei Lankov, de la Universidad Kookmin de Seúl, sugieren que los principales objetivos de Kim en Rusia podrían abarcar conversaciones sobre venta de armas, obtención de ayuda y envío de trabajadores norcoreanos a Rusia.
Como muestra de las graves implicaciones de esta cooperación, Estados Unidos impuso sanciones a tres entidades en agosto, acusándolas de facilitar acuerdos de venta de armas entre Corea del Norte y Rusia. Esta escalada marca un momento importante en la política mundial, ya que Corea del Norte ha estado probando su capacidad de misiles y su fuerza nuclear, mientras que Rusia se ha resistido a imponer nuevas sanciones a Pyongyang en el Consejo de Seguridad de la ONU.
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