Localización de Yonlay Cabrera en la #diásporacubana

Localización 2/7 en la #diásporacubana de jóvenes artistas: ubicación mediante una variable de justificada recurrencia. Esta vez he seleccionado a Yonlay Cabrera, radicado en Tokio.




En síntesis, defines tu obra como “conceptualización de invenciones especulativas” ¿Cuánto ha perfilado tu trabajo el hecho de no permanecer en Cuba?

No soy nacionalista. Creo en las ciudades, pero no en los Estados-nación. En mi caso, Cuba es solo un paso más en una jerarquía que incluye a San Nicolás de Bari (el pueblo donde nací), el Caribe, Latinoamérica, el planeta Tierra, el Universo. Y no es que no sea importante ser de Cuba, pero, al menos en lo que respecta a mi trabajo, tiene la misma significación que el hecho de llamarme Yonlay: en cuestiones de identidad, muchísima; en otras cuestiones, muy poco o nada en lo absoluto. Si mi nombre fuera Mohammed y hubiera nacido en el Cairo, es altamente probable que estuviera haciendo lo mismo que estoy haciendo ahora, en el mismo lugar donde estoy.

Claro, para poder decir algo como eso sin que suene a autocomplacencia, hay que haber estado fuera de Cuba lo suficiente como para curarse del complejo primigenio de ser cubano. Porque ser cubano es una carga, de eso no hay duda. Desde asuntos externos, como no poder usar Western Union, o que en cualquier momento puedan negarte una visa o prohibirte el ingreso a una plataforma online; hasta otros internos, como el precio absurdo del pasaporte y el hecho de que tienes que ir a Cuba cada dos años o te expropian tus pertenencias y derechos fundamentales como ciudadano. Con el tiempo he aprendido a reconciliarme con estos asuntos, pero al principio me daba una mezcla rara de rabia con vergüenza.



Yonlay Cabrera, Procedimiento VK (versión Tokio), 2019-2021.


Por ejemplo: en una escuela representada por más de 100 países, yo era el único (hasta donde pude saber) que no tenía ni idea de lo que era una tarjeta de crédito. De ahí se extiende que, mientras estás fuera, no puedes usar el dinero guardado en los bancos de Cuba, en caso de que lo tengas. No sé cuál de esos atropellos a mis derechos fundamentales me resulta más molesto.

Con respecto a mi trabajo, creo que me ha influido más estar en Tokio que no estar en Cuba. Mi hobby preferido es pasear sin rumbo por los suburbios y perderme en la dinámica citadina como parte del paisaje. Es lo que se conoce como hacer flâneur.

Hacer flâneur en Tokio es un privilegio tremendo, por lo seguras que son las calles, la exquisita perfección de la ciudad, la limpieza, el cuidado en los detalles más inimaginables, la variedad de la arquitectura, la armonía del conjunto urbano… Es una ciudad donde ves un templo de más de mil años al lado de un edificio inaugurado hace una semana. Tradición y modernidad se conjugan perfectamente; no hay quiebres, sino armonía. Es una realidad que te inspira a pensar todo el tiempo en lo que la humanidad puede llegar a ser. Uno llega incluso a sentirse optimista y pensar que cuestiones como la igualdad ciudadana, y el respeto cívico a la libertad del otro, podrían ser la norma y no la excepción.

Esta experiencia me hizo pasar de mirar la realidad inmediata, a reconsiderar el futuro. En mis primeros ocho años de trabajo, las referencias contextuales siempre salían de una forma u otra. Sentía una fascinación ingenua por las posibilidades expresivas de la tecnología, más por el exotismo de lo desconocido que por encarnar el personaje esnob que hace cosas que nadie entiende con recursos que muy pocos usan. Pero luego de tener acceso a lo último de lo último, todavía me fue insuficiente, y empecé a especular sobre el futuro. Es decir, en estos momentos sigo trabajando con tecnología, pero con tecnología que todavía no existe.



Yonlay Cabrera (Mayabeque, 1988).


Y creo que de eso se trata el arte. El arte no debería consistir solamente en crear objetos decorativos para engrosar una colección que nadie va a ver, o para servir de fondo en las fotos sin textos (pero con hashtags) que la gente cuelga en Instagram. Lo que más me apasiona del arte es la oportunidad que brinda de explorar nuestros límites creativos como seres humanos. De hecho, tal vez sea el único ámbito de expresión del conocimiento donde ser un soñador no es una cualidad negativa, sino todo lo contrario: es parte de su razón de ser. Y en ese sentido es que debe entenderse mi obra (aunque estoy abierto a la posibilidad de expandirme a otras zonas, como la innovación tecnológica o el estudio científico y, si se diera el caso, el emprendimiento empresarial). Nací en Cuba y eso es una realidad con la que tengo que vivir, porque no va a cambiar, y tampoco me molesta demasiado. Pero no le pertenezco a Cuba, ni a Japón, ni a ningún otro país. De hecho, si todos los países desaparecieran de pronto, podría seguir con mi vida normalmente. En mi trabajo se puede reconocer eso, solo que por inacción en vez de por acción. Y creo que así seguirá siendo, independientemente de donde esté mañana.




Naivy Pérez

Localización de Naivy Pérez en la #diásporacubana

Evelynn Alvarez

“El artista no es un título, no es una página web, no es un portafolio, no es un currículo, no es una tarjeta de negocio, no son redes sociales, pero nos hemos convertido en eso. Nos hemos adherido a las palabras, a los conceptos, y sobre todo a las tendencias; ese oleaje que viene y va, y te deja tirado en cualquier orilla”.