Adonis Camellón: “Un arte que quieres llevar en tu cuerpo”

¿Cómo ves la evolución del arte corporal en el transcurso de los años? 

Yo creo que al pasar de los años se ha visto una evolución bien grande en Cuba en el mundo del tattoo desde el punto de vista del cliente y del artista. El artista ha evolucionado mucho. Se ha incursionado en nuevas variedades de tintas que son un poco más duraderas, mejores para la piel del cliente. O sea, la calidad material ha evolucionado y el cliente igual. Hemos ido adquiriendo un poquito más de cultura con el tema de los tatuajes. Se han ido quedando atrás esos tabúes que existían. Se decía que los tatuajes solo los llevaban los marineros, los presos. Ya hoy tú vas a una cafetería y te atiende un dependiente con una manga, vas a una tienda y es igual. Los deportistas también llevan tatuajes. Sin embargo, todavía existen algunas barreras que hay que ir rompiendo porque al final a ti un tatuaje no te define como persona; no hace que seas más o menos inteligente. El tatuaje es, simplemente, un arte que quieres llevar en tu cuerpo.   

¿Cómo lograbas obtener materiales de trabajo? ¿Cómo lo logras hoy?

Los materiales de trabajo los sigo adquiriendo de la misma forma. Cuando empecé, hace diez años atrás, yo mismo hacía mis máquinas. De hecho, tengo una tendinitis en la muñeca de la mano con que trabajo (la derecha) debido a eso. Con una máquina de barbero inventé una de tatuar. Por supuesto, el peso no estaba equilibrado, era demasiado en el mango de la máquina, y eso me jodió la mano. Las agujas también las inventaba con las de acupuntura, entizándolas. Las tintas las hacía con maquinitas de afeitar que derretía. 

Todo el mundo sabe estas historias. No conocía a nadie aquí en Cuba que vendiera materiales. Recuerdo que pasaba mucho trabajo. Hoy en día todo está muy fácil. Los muchachos empiezan a tatuar y dicen: “Yo quiero ser tatuador”, compraron una maquinita, un set de tinta, fueron a Internet, exploraron cómo se hace más o menos un tatuaje y ya. En una semana son tatuadores. En mis tiempos era un poco más complejo. 

Ahora hay varias amistades que traen un pomo de tinta; algunos clientes igual. En los grupos de tatuaje que estoy a cada rato la gente vende materiales. Así más o menos los estoy consiguiendo. 

¿Te han afectado los tabúes sobre el tattoo en Cuba?

A mí, directamente como tatuador, nunca me ha afectado; pero sí creo que ese tema ha afectado bastante, sobre todo, a las personas mayores. A la hora de enfrentar a un familiar con un tatuaje siempre está el “oye no”. Si un cliente se quiere hacer un tatuaje en el antebrazo siempre están los familiares, sobre todo las personas mayores, que dicen: “Si vas a hacerte un tatuaje háztelo en un lugar donde no se vea, por si el día de mañana encuentras un buen trabajo”. 

Todavía existen esas creencias de “un buen trabajo”. Incluso, algunas de mis amistades mujeres se quieren hacer mangas porque les gustan, pero me dicen: “Yo estoy loca por hacerme una manga, pero no me la hago por si el día de mañana consigo un buen trabajo”. Todavía quedan esos pensamientos. 

Pero, como te decía, para mí un tatuaje no define quién tú eres. Hay países donde hasta los políticos están llenos de tatuajes.

También hay tatuajes y tatuajes. Algunos son de pandillas, pero eso aquí en Cuba no se ve. En ningún caso es un tatuaje de pandilla como la Mara Salvatrucha. Si bien aquí existen pactos y la gente a veces se tatúan insignias, logos. 

¿Qué significa para ti tatuar diseños que no son tuyos o fueron tomados de Internet? ¿Cómo afecta tu proceso creativo y la cultura del tatuaje? 

Lo hacía al principio y lo estuve hacienda hasta hace unos añitos atrás. Era un “corte y pega”, como le decimos nosotros. Venía un cliente con una idea o con un tatuaje y yo como artista trataba de replicarlo. Todos los tatuadores pasan por eso. Como todo en la vida, uno va evolucionando. Hay un momento en el que ya uno ya no quiere hacer un “corte y pega”. Sales a la calle, ves a un fulano y dices: “Coñó, ese tatuaje yo lo hice anteayer”. Caminas tres cuadras y ves a otro que tiene el mismo tatuaje que acabas de ver hace un rato; sigues caminando y es lo mismo y lo mismo. Llega el momento en que quieres que el cliente tenga algo tuyo. Ahí empieza uno a preocuparse por eso.

Además, los tatuajes siempre tienen un error. Si copias un tatuaje que ya es copia de varias copias, cuando llega a tus manos ya tiene mil errores y ahí vas tú a ponerle también tu error. Eso les pasa mucho a los muchachitos nuevos que están empezando.

Creo que los artistas que llevan más de cinco años ya no hacen un “corte y pega” como tal, sino que se basan en una referencia. El cliente te dice que quiere algo y, en base a eso, uno diseña. Uno se mete en Internet, busca un poco por aquí, un poco por allá. En mi caso tengo un iPad y trabajo con el Procreate, un programa de diseño muy bueno. Trato de no perder la esencia del cliente porque es quien va a llevar eso. Tampoco te puede traer una rosa y tú hacerle una calavera.  

¿Cuál es el estilo en el que te sientes más realizado?

El tema de los estilos está un poco difícil en Cuba. Aquí hay que hacer de todo porque si no haces de todo no comes. No hay cultura de tatuaje y por eso no puedes dedicarte a realizar un solo estilo; tienes que hacer todo lo que venga. Si hubiese cultura del tatuaje, podrías decir: ·Yo me voy a dedicar a hacer tradicional japonés y ya”, y sabes que la gente va a ir contigo porque te dedicas a ese estilo.

En lo personal, me siento cómodo trabajando el black and gray y el puntillismo de arrastre. Me gusta trabajar bastante el realismo a color, es de los estilos que más me gustan, aunque no el que más domino. 

Existen diferencias en el gremio entre condiciones, estudios, estilos, precios, etc. ¿Qué crees deba prevalecer de común para todos?

Hay muchas, muchas diferencias entre estudios y precios. Ese es el pollo del arroz con pollo de todos los tatuadores a diario. De hecho, hace poco se estaba haciendo una asociación para legalizar el tatuaje, exigiendo algunos puntos en los que los tatuadores no acaban de ponerse de acuerdo. En mi opinión, somos artistas y, como artistas, debemos respetarnos, valorarnos. 

Cada artista debe enfocarse en su trabajo. Para mí, el trabajo no es solamente lo que tú hagas en la piel del cliente, sino que empieza desde que este entra a tu espacio. Para mí el estudio es sagrado y trato de tenerlo lo más coordinado, limpio e higiénico posible. 

El trabajo empieza incluso desde que el cliente te contacta por WhatsApp o por la vía que sea. Para mí, empieza desde ahí con una buena atención. Yo tengo el mínimo en $1 500; pero hay muchachos que están empezando y me dicen que no pueden cobrar eso. 

Los muchachos ahora se compran una máquina, un poco de tinta, una impresora, aunque no saben nada de teoría del color ni de dibujo, y en tres días son tatuadores que no saben tatuar. Es una locura. Tatúan por un hobby. Entonces llega un cliente que lleva cierto tiempo, dedicación, entrega y le das el precio; pero te dice: “Na’, me voy con aquel que me va a hacer lo mismo”; aquel lleva tres días tatuando porque está en la moda tatuar y cobra tres pesos. Pero nunca, nunca es lo mismo.

Creo que deberíamos regular entre todos los tatuadores un precio mínimo, de donde salga el costo de los materiales solamente de preparar la mesa porque todos no trabajamos con los mismos materiales. Hay tatuadores que trabajan con una máquina, una aguja y un pomito de tinta; otros preparan la mesa un poco más extensa, como debe ser. Debería existir un precio mínimo, pero ¿quién hace eso? La gente no quiere tener un jefe, quiere ser independientes y que nadie le diga “Vas a empezar a tatuar a partir de esta cifra en adelante”. Nadie quiere eso. Todo el mundo quiere hacer lo que le plazca. 

¿Cuál es tu opinión sobre la situación legal del tatuaje en Cuba? 

No sé qué decirte sobre ese tema. Sobre eso se ha hablado bastante y, al final, creo que para que legalicen algo así como el tattoo deberían poner un supplier; o sea, una tienda donde se pueda ir a comprar materiales. Este es el punto de vista de la gente: tú no puedes exigirme a mí un pago mensual, a la ONAT, por ejemplo, si no me garantizas los materiales. Al final, yo voy a seguir comprando materiales por fuera a unos precios escandalosos: un pomo de tinta en 5 000 y algo, dos cajas de agujas en 6 000 pesos; barbaridad de precios. Nadie va a querer pagarle al Estado si hay que comprar los materiales por fuera. En mi caso, yo también pago alquiler porque mi espacio es rentado. O sea, tengo que pagar alquiler, comprar materiales por fuera, pagar la electricidad, tengo, tengo, tengo… ¿Y aparte de todo eso tengo que pagarle al Estado? 

Yo llevo once años en esto y hasta ahora no he tenido problema legal de ningún tipo. El tema de la legalización del tatuaje es un poco delicado. En mi opinión, lo que nosotros hacemos es arte

Creo que debería haber un permiso para tatuar, existir una… delegación (ahora no recuerdo la palabra exacta) que tenga experiencia en cuanto a las normas de higiene y decidir si tú estás apto o no y si lo estás, darte el permiso para trabajar. No como querían hacer esta gente, que pedían que el estudio tuviese un baño (un bañito sí debería tener) o un área de esterilización. No creo que haya que llegar al extremo ese. En mi caso, rento un cuarto con su baño y lo tengo todo bien acomodado ahí. Yo trabajo con materiales desechables, no esterilizo nada.

Debería existir una comisión a la que le pidamos que revise nuestros estudios para ver si cumplen o no las normativas y, según sea el caso, nos den permiso o no de tatuador. Pero no que haya que pagar la ONAT o el fisco. No por el hecho de pagar o no, sino porque el mismo Gobierno no va a garantizar los materiales que necesites para trabajar. No pueden exigirte un pago por algo que tú estás buscando a tu forma, tratando de resolver tus materiales a tu manera, porque entonces vas a trabajar para el inglés, como se dice vulgarmente por ahí. 


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