Mientras escribo esta introducción, Vámonos a Marte se ha estrenado en La Habana, en la sala de El Ciervo Encantado. El micromecenazgo ha ganado sobre los profetas del mal tiempo.
Dicen que continuará el mal tiempo. Habrá más hambre, más huracanes, más desesperación. Ni el menor indicio de cambio por ningún lado. Nuestros salvadores se han matado o están matándose. Así que la heroína no es la autonomía, sino la interdependencia. No es el mercado, sino el público. No es el producto, sino la promesa. Debemos marcar el paso hacia la prisión del nosotros. No hay escapatoria del estar juntos interafectados en el futuro.
Estamos ahora en el otoño de una ciudad con solo dos estaciones: la del tren y la del verano. Se van a Marte y parecen felices. Madre e hijo, antes y después de emigrar. Debemos la dirección a Mariam Montero, el texto a Gessliam Suárez y el diseño escenográfico a Virginia Karina.
Faltan unos pocos nombres por mencionar, incluidos los de los entusiastas mecenas. De pocos para muchos. Sobre las nuevas posibilidades de autonomía que no existían en el mecenazgo tradicional, le pedí a Gessliam que me contara para Hypermedia Magazine.
¿Está relacionada la opción de producir la obra a través de micromecenazgo con el contenido de Vámonos a Marte? ¿Se pueden considerar las opciones de producción parte de la poética?
En realidad, no nos planteamos nada en concreto. Es sobre todo una vía para lograr nuestro propósito de hacer teatro. Tengo amigos que han realizado sus proyectos gracias al micromecenazgo y me pareció una buena idea que, de paso, también promociona la obra. La idea se me ocurrió y la estamos desarrollando. Siempre tengo el pensamiento de que es bueno explorar caminos para lograr objetivos. No hay que limitarse. Si no tienes los recursos suficientes para algo que deseas, eso no puede pararte. Simplemente, busca posibilidades.
En los adelantos, se deja ver un niño en escena, pero también textos complicados. ¿A qué género teatral corresponde la puesta? ¿A qué tipo de público están invitando?
El personaje del niño está basado en mi hijo. Sus textos los escribí partiendo del imaginario de Diego, son las cosas en las que cree. En la obra él interpreta una recreación de sí mismo; al igual que el personaje de la madre es un poco la recreación de mis vivencias, de la madre que soy actualmente.
La obra va dirigida a un público adulto. No es una obra infantil. El texto no es demasiado explícito, deja mucho a lo que quieras imaginar que pasó y eso me gusta. El público al que invito es adulto, me gustaría un público abierto a la reflexión, amante de Cuba.
Este tema de la relación entre madre e hijo condicionada por un contexto o el deseo de cambio de contexto no suele ser un argumento teatral común. ¿La obra es autobiográfica o tiene otras inspiraciones?
Es muy personal, en esta obra hay mucho de mi realidad. La madre soy yo. En un punto de la historia tiene 40 años y está preocupada por su hijo, quiere darle un espacio donde pueda soñar, volar, donde pueda desarrollar su potencial y sabe que en ese entorno no será posible. Pero creo que ese personaje puede describir ahora mismo la vida de cualquier madre cubana.
Digamos que vivo en una ciudad donde tengo varias opciones para ir al teatro de manera convencional. ¿Por qué debería donar a tu campaña de Verkami? ¿Qué crees sobre la virtualización del mundo? ¿Qué no debería ser virtualizado?
Pienso mucho en el sentido que tiene hacer arte, en el papel del artista. Hace un tiempo dejé de esforzarme por ser cantante, por buscarme un sitio en la ciudad y cantar. Este proyecto es otra cosa. No es solo porque actúo con mi hijo, también porque hay temas que me interesa tocar, que quiero que el público que vaya a ver la obra, escuche. Esta obra es algo que estamos haciendo en un momento en el que se cuestiona mucho el arte en Cuba.
Para mí no es ego, no es vanidad como a veces siento que puede ser para otros. En realidad, creo que esta obra viene de la necesidad de un escape para construir un oasis, un canal de belleza en medio de tanto dolor y decadencia. En mi caso, dejé de insistir en hacer algo para agradar, algo puramente hedonista. Yo misma no voy al teatro, solo en ocasiones.
Esta obra es algo que queremos hacer desde ese punto en el que hay una necesidad urgente de aportar al cambio. Es una madre luchando por sacar adelante a su hijo en medio de la precariedad. Es un muchacho emigrante que, pese al éxito profesional, no ha logrado superar el desarraigo. Es un niño con los sueños intactos, con las fantasías intactas, y a la vez somos nosotros mismos. Creo que, más que nada, es una obra honesta.
En cuanto a lo virtual, es un fenómeno que, a mi modo de ver, no tiene marcha atrás. Pienso mucho en la importancia que le da el ser humano contemporáneo a la fantasía, a lo irreal. Hay una prioridad evidente para esa burbuja, una prioridad que está por encima de la vida y las necesidades, del bienestar, de lo esencial.
Internet es una herramienta útil de análisis antropológico. Es un caudal de información sin precedentes. En mi tamiz no dejaría pasar nada que deshumanice, nada que fomente la crueldad. Lo veo como un experimento muy interesante y útil donde sería bueno estar lo suficiente como para encontrar el camino a un mundo mejor.
¿Cómo haces en esta obra para hacer coincidir tus habilidades como cantante, escritora, artista visual, actriz y madre?
La complicación es con la madre. Últimamente estoy escribiendo mucho sobre maternidad, siempre o casi siempre me ubico como referente porque por el momento no se me ocurre otra cosa, Y tampoco me interesa otra cosa que escribir desde mi perspectiva. La mayoría de las veces caigo en la duda de si estaré exponiendo demasiado a mi hijo por el hecho de que actúe en una obra para adultos que es un poco nuestra vida: me preocupa cómo puede asimilarlo; aunque también creo que es bueno mientras lo vea como un juego en el que se abre a otras cosas y se siente capaz. Siento que puede aportar mucho en este sentido.
Esta idea surgió de repente, hace casi un año, y se la comenté a Mariam Montero, la directora de La Perla Teatro, en un chat de los que tenemos habitualmente con amigas. A ella le gustó y empezamos a crear juntas. Yo escribí el texto, pero ella hizo la asesoría. Hay muchas escenas que se perfilaron en nuestras conversaciones que salieron de una propuesta suya. Lo demás es algo que se va añadiendo.
La idea siempre fue trabajar junto a Diego, partiendo de la realidad de madre soltera en la que no hay muchas opciones a la hora de dejar al hijo con alguien que lo cuide. La imagen como concepto es la de una mujer con su bebé en la espalda.
En ese momento comencé a colorear fotos digitalmente y esa nueva faceta me ayudó a explorar el mismo personaje, un alter ego que es Fucking Madre Soltera, y de ahí he sacado también el material para estudiar como actriz mi personaje en la obra. Todo tiene relación cuando se trata de uno mismo.
En este momento, mi rol es como actriz. Aunque confieso que resulta complicado deslindarse de la autora y ver cómo la estructura de lo que escribiste cambia. Hay oraciones que se van y son sustituidas por acciones. Es una forma de practicar el desapego y aprendo a disfrutarla, sobre todo porque confío mucho en Mariam como directora y estoy feliz de que ella sea quien dirija Vámonos a Marte.
La cantante, en mi caso, está como apoyo en este proyecto, pues en realidad ya no me interesa el canto como camino. También está Rolando Rodríguez, un actor excelente con una voz magnífica, que resulta ideal como contraparte.
Mientras tanto, la madre sigue ahí, en todas partes: pensando cómo organizar el tiempo y la vida; cocinando, lavando y generando lo básico para la subsistencia. La vida real no deja de existir mientras se sueña y se crea, pero pesa distinto. Al menos cambia de color.
Continúo pensando en el concepto de las recompensas: si contribuyen a una especie de fetichización de los procesos de trabajos artísticos y del aura del arte, o tiene más que ver con la justicia de mostrar lo que tradicionalmente no estaba pensado para ello y así contribuir a la valorización del arte también como un proceso productivo, energético y vital. Un poco como un audere est facere o un ¡aporta como puedas! ¡Haz lo que puedes! ¿Cómo lo ves tú: un desafío o la capitalización de algo que hicimos poco o nada para merecer?
En el caso de Vámonos a Marte, casi todos los amigos que están aportando lo hacen por ayudar. Lo de las recompensas supongo que funcione en caso de un libro, un CD, un videojuego. Hay personas que me han dicho que no nos preocupemos por las recompensas. Yo lo veo justo. Creo que el intercambio es válido. Sobre todo en nuestro caso, que lo ofrecido es casi simbólico.
En realidad, no he pensado mucho en eso de las recompensas. Yo las asumí como un reto al editar la página. Fue lo más difícil, pues hay que ser honesto y buscar lo que realmente tienes para dar a cambio, sin cuentos ni mentiras.
Las personas que aportan, muchos son amigos que te quieren bien y se involucran con tu obra, con tu fuerza. Pero no son millonarias. El dinero que te dan, lo han sudado. Y eso merece un respeto.
Bálint Magyar: How does the Post-Communist Mafia State work?
“Why do I call it a Mafia State? Because decision-making occurs outside formal organizations and institutions: that is, it is linked to clans, power groups, military structures, business agglomerates, etc., and because this situation, added to the monopoly of political power, turns the State into a criminal organization”.