Un solo punto estaba claro: una orden del Jefe no admitía cuestionamientos. Por descabellada que pareciera la misión, por imposible que sonara, había que cumplirla, y cumplirla bien.
La noche no será eterna
Oswaldo Payá no era solo un movilizador, un opositor valiente, un hombre de principios, con una moral a prueba de difamaciones. Era algo que a ellos les asusta mucho: un líder.