Aunque el perreo entre la intelectualidad cubana joven no es un asunto nuevo, con Bad Bunny sí que ha cobrado una nueva dimensión.
Diario desde este lado del charco
En febrero estábamos todos en Madrid: Leandro, Raychel, Llópiz, Novo, Benjamín… Un montón de colegas. Habíamos coincidido por ARCO y andábamos de fiesta, compartiendo cigarros, cervezas en el mismo vaso, y probablemente ya con el coronavirus circulando en la ciudad. Nadie lo sospechaba, nadie lo tomaba entonces en serio.