No estuve ahí, pero dicen que Julio Llópiz Casal lamió el piso. Dos líneas: una de mayonesa, otra de kétchup, trazadas sobre el piso del salón. El artista se postró sobre sus rodillas y procedió a lamer el recorrido de las salsas. Evocaba tópicos referentes a la migración; la frontera; la humillación, humildad y esfuerzo del individuo que emprende el viaje del desarraigo borrando los límites.