Quién te lo iba decir: un bailarín cubano amateur que desde su islita comunista posee perfiles valiosísimos en Instagram y YouTube, desde donde arrastra a su séquito de fans hacia su cuenta de contenido erótico: @sugarprietacubana, con la cual factura. Sin grillete. Sin comisión y sin multas. Sin persecución.
El porno de Luis Manuel Otero en la web
Unas horas después de publicada vimos tu serie porno, luego de que los administradores del Movimiento San Isidro advirtieran un posible hackeo. ¡Cuánto lo sentimos, Luisma! Más por “ellos”, los que se la dan de hackers, que por ti o por nosotros. “Ellos” no saben nada de nada. Andan como pescado en tarima: están muertos y no lo saben.
Cyberclarias vs. Balseros
Una batalla épica entre los seguidores de El Guerrero Cubano y Hola Ota-Ola en Facebook y YouTube: “¡Vivan su vida en Miami. Ustedes ya no son cubanos!”, dicen unos. “Y ustedes no son personas. Jódanse”, responden otros. Así son las polémicas del siglo XXI cubano.
¿Quién es Mujercitos?
A esta columna le atañe todo lo relacionado con Internet. Nos sentimos con el compromiso de comentar el fenómeno Mujercitos Magazine, aquí y ahora, cuando apenas germina y comienza a perturbar a algunos. Antes de que sea demasiado tarde y (por su presumible naturaleza efímera) desaparezca.
Carta para La Diosa de Cuba
Usted no necesita suplicar a productoras nacionales o a medios de difusión masiva para que valoren, promocionen o distribuyan su obra. En Sony, usted tiene un lugar garantizado. Aquí nadie va a robarle nada: ni electricidad, ni agua, ni conexión a Internet; mucho menos, sus derechos de expresarse libremente como artista.
Diario de una cyberclaria
“Ellos” reconocieron mi intelecto y me convirtieron en un ciberagente de la Seguridad del Estado, un funcionario millennial, un combatiente de las redes sociales. Cada semana me encuentro menos lozano y más temba, cretinizado frente a la pantalla. Tengo el cerebro atrofiado, en mi cuerpito de 35 años.
Hackear a Magela Garcés: esto nunca ocurrió
Todo fue una treta. Hacking No. 2, de Lil Puñeta, fue un ensayo llevado a la praxis. Un experimento similar al de Hacking No. 1, su antecedente inmediato en El octavo círculo, curada por Magela Garcés. Participa, como todos los ensayos de esta columna, de diferentes hipótesis sobre algunos fenómenos corrosivos de Internet.
Hacking No. 2: la secuela
“Hacking No. 2”, la pieza inaugural de Teoría Puñetera, exposición personal del artista Lil Puñeta, es la secuela inmediata de su obra debut (“Hacking No. 1”, en El octavo círculo, curada por Magela Garcés). Este nuevo hacking hurga en los archivos de mensajería de la cuenta de WhatsApp de la otrora curadora.
Teoría Puñetera
En el primer cuadrilátero de la recepción nos recibe con júbilo Alexander Otaola, en cuyo escritorio se advierte el encabezado “Asistente de Lil Puñeta”. Ataviado con traje y corbata, se presenta como todo un personaje de sagas bondage. Parlotea, como de costumbre, pero esta vez con el pescuezo inmovilizado.
P de Puñeta
Aquel cyber-character era nada más y nada menos que el insospechable Lil Puñeta. El protagonista de la exposición El octavo círculo, el lord Voldemort de la nómina de Magela Garcés, el infamous Dalai Lama del deepfake cubano. No se trataba de otro disfuncional show virtual en tiempos de COVID-19.