A las nueve de la noche ya estaban ebrios, sentados en el piso siguiendo los patrones circulares dibujados por mí, embarcados en un debate sobre su relación con Dios, a la espera de su turno para hablar.
A las nueve de la noche ya estaban ebrios, sentados en el piso siguiendo los patrones circulares dibujados por mí, embarcados en un debate sobre su relación con Dios, a la espera de su turno para hablar.