Debes aprender a controlar la ira, eso me dice el Innombrable. Claro, él no tenía que lidiar con la flaca. Pero algo se logró, hasta ahora al menos. Aprendí que era preferible contar hasta diez, hasta quince, hasta treinta; terminar dándole un beso en la frente a la flaca, antes que incrustar contra la pared su preciosa cara de ausencia.