Alcántara es una muestra personal de dibujos de Luis Manuel que se inauguró el pasado viernes 22 de abril en la galería The Art Space, en la Calle Ocho de la ciudad de Miami. La curaduría de Claudia Genlui, desde la cercanía personal con el artista, ha sabido trasladar lo más humano de Luis Manuel de una forma en la que, además, conecta al receptor con el dolor de la Isla, visibilizando la ausencia del artista y la falta de libertades.
La Pequeña Habana no es La Habana ni es pequeña, y los cubanos de Miami somos, aunque le pese a los cubanos represores, únicamente cubanos de Cuba. El cubano de Miami, cuando va para la Pequeña Habana, sabe que está yendo a Cuba. Y a allá nos fuimos con Luisma el viernes pasado.
La Pequeña Habana no se parece a San Isidro. La Calle Ocho es ancha y está llena de comercios. Al lado de la galería hay un bakery; dos pasos más allá un dealer de autos de lujo; solo un poco antes un restaurante mexicano; y casi al frente un supermercado Presidente, que es pinareño, como Omar, su fundador, un campesino cubano que le vende alimentos a los cubanos en todo Miami.
La Pequeña Habana no se parece a San Isidro y la Calle Ocho no tiene nada que ver con Damas 955. Pero el viernes pasado, cuando fuimos a ver a Luisma, San Isidro y la Pequeña Habana dejaron de ser nombres para acogernos en la Cuba del futuro, libres todos y libre la Isla, libre también Luis Manuel.
Sus dibujos van de lo humano, de historias que no sabemos contar, sueños aplazados y anhelos incumplidos. La exposición va de libertad, algo personal e inviolable, una forma de ser y expresar que no depende de las esposas de la Seguridad del Estado ni de los barrotes de la prisión de Guanajay.
Nos faltaba, a los cubanos de Miami, el arte de Luis Manuel. Sabíamos su compromiso, su posición firme ante la dictadura, sus huelgas, su humanidad. En Miami hemos conocido a sus amigos, a los acuartelados de San Isidro, reímos con sus anécdotas y lloramos con su dolor; sabemos de su ímpetu y de su humildad; nos han contado sus broncas y peleas, también sus disculpas y su belleza. Pero su arte no estaba.
Es un arte con prisas, con el apuro de quien tiene mucho que decir y poco tiempo para hacerlo. Es un arte que no escapa de la realidad de Luisma: Cuba, dolor, alegrías, libertad, represión, hambre, amigos, amor. Y es un arte también que va hacia sí mismo porque es desde el arte que hoy se lucha en Cuba por la libertad.
La esperanza de Luisma es la esperanza de todos. No pedimos tanto: un país libre, con derechos, con mucho arte y muchas risas. Repito, no pedimos tanto y se nos niega todo.
Los cubanos de Miami no somos de Miami, somos cubanos que vivimos en Miami y la hacemos cada día más nuestra, de la misma forma en que este viernes hicimos de la Calle Ocho la casa de Luisma en San Isidro.
Luis Manuel Otero Alcántara es el más libre de todos los cubanos. Es libre en sus dibujos, en sus performances, en el odio de la dictadura, en el calabozo más oscuro de la prisión más abyecta.
Alcántara no es una exposición, es un grito.
Galería
De tanto guanchismo tengo hasta mareo
El guanchismo cree, al igual que el régimen, que las presiones externas, el “bloqueo” o la “mafia de Miami”son los culpables de la situación en Cuba.