Paolo De Aguacate está corona’o. A lo Alfa y Lil Pump: “ruleta en una camioneta”. Le tocó el corona’o now, now, now…
Le picó la recontra flu conducta. La pandemia trending topic: El COVID-19.
Hace menos de un mes que retornamos de nuestro viaje por Perú. Atravesamos La Habana, Panamá, Lima, Ayacucho y all the way back. Sin nasobucos y sin audiencias sanitarias alarmantes. No habíamos tenido contacto alguno con itacos ni asiáticos. Pasamos emigración. Ingresamos a nuestra “Cubita la bella” clean, como las curitas.
Especulé: el COVID-19 no quiere a los cubanos, no le interesamos. Somos especímenes nefastos, tubos de ensayo insuficientes: no tenemos visas, no somos ciudadanos del mundo. No cimentamos su campaña de viralidad. En todo caso, la boicoteamos. Si el CORONA arriba a Cuba, perece en Cuba. No puede turistear, el pobre. Autoflagelación para el virus, ¡sacrilegio!
¡Contra Cuba, nada! Caquita.
No obstante, las teorías sobre la ubicuidad del CORONA lograron alarmarnos al Pao y a mí. El virus podía viajar en los paquetes de Aliexpress. “¡Peligro!”, nos decían en Lima, “no abran los paquetes que provienen de China. Si se ensamblaron allá, ¡don’t touch nada!”.
Nos vendieron, como remedios para el fortalecimiento del sistema inmunológico (durante el viaje de regreso): sopas de murciélagos, cocaína y sorbos de agua de maíz cada 15 minutos.
Nos alentaron a hacernos pruebas de diagnóstico cada mañana, con el siguiente método: inspirar profundamente y retener el aliento por 10 segundos, como recomendaban en Taiwán hace 4 semanas.
A este credo se sumaron otros como:
- Lavarse las manos con orina infantil.
- El uso de lámparas ultravioletas para esterilizar manos u otras partes del cuerpo.
- Rociar todo el cuerpo con alcohol o cloro para matar los virus que ya han entrado en el organismo.
- Utilizar ajo, jengibre y yerbas aromáticas para protegerse.
- Evitar la comida picante, la comida china y tomar mucha vitamina C.
- Tomar antibióticos para prevenir y tratar la infección.
- No tomar analgésicos ni antiinflamatorios, excepto paracetamol.
En caso de infección:
- Los secadores de mano matan al virus.
- Puede transmitirse a través de objetos como monedas y billetes.
- Puede alcanzar una distancia de 8 metros si alguien tose o estornuda.
- Las vacunas contra la neumonía funcionan contra él.
- El humo de los fuegos artificiales y petardos se utilizan para matarlo.
- El aceite de sésamo ayuda a eliminarlo de tu cuerpo.
Pero al final: ¡bullshit, pinga! Puros bulos, pues. Falsas creencias. Patrañas del COVID y de su imperio en la World Wide Web.
Paolo está corona’o. Apolima’o en el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK) junto con los otros yumas. Es el segundo caso positivo de Guanabacoa.
Para nuestra desgracia, Paolo estudió con la hija del viejo que fue el primer caso positivo. La chamaca venía de Milán (después de 3 años) a estar con su familia y con la salud gratuita y la sanidad espléndida de la Isla. Terminó infestando al puro y a mi Pao, luego del saludito bacán de long time no see: el apretoncito al estilo: ¡Qué bolaaá, tiempo sin verteeee fulanejona!
Maldita inmune. Ella está en talla. Pero Paolo, final: le prendió el “Harlem Shake”. Lo que anda, con los terroristas. Aunque, según dice el propio Paolo, no cayó en el hueco del IPK a causa del saludito fraternal de aquella partner. Él sustenta otra teoría: la repentina liberación del Luisma.
Aquella madrugada de viernes acudimos a su encuentro, felices por las buenas nuevas. Lo abrazamos y besamos. Compartimos el mismo planchao. Según Paolo, lo liberaron para que propagase el virus. Vaya, pa’ que mueran los emancipadores, los disidentes, los conflictivos.
Pero, coño, en ese caso, todos los allí presentes deberíamos estar infestados.
Entonces, después de todo, el CORONA está pa’ vacacionar en La Habana, conocer el Caribe y ya de paso contagiar un poquito. En Cuba la medicina es un eslabón robusto y el CORONA ha de desafiar ese dogma.
El hijo bastardo de Walter Mercado (aquel célebre astrólogo de Univisión, de pómulos y labios sobresalientes) predijo la peste global, el pánico generalizado y el crecimiento del amañe y la falsificación de Internet para el 2020.
Lo expresó claramente en nuestro fórum de la deepweb: “El 2020 será un año de máscaras”.
Y es que los antifaces noticiosos que pululan en las redes sociales e Internet han empeorado toda esta situación. La crisis del coronavirus llega en plena epidemia de fake news y desinformación. Nadie está exento. Nuevamente: el debate de a quién y qué creer.
Aunque el coronavirus ha copado todos los titulares y noticias, la información que disponemos sigue siendo limitada (más allá de las actualizaciones periódicas que ofrece el Ministerio de Salud Pública, ETECSA, el Periódico, el Noticiero y Telesur) y existe una urgencia palpable por saber más: exactamente quién, cuándo, cómo y dónde.
Una vez más, se ha demostrado la dificultad de parar los bulos a través de las redes sociales. Ni la implementación, hace dos años, del límite de los mensajes reenviados en WhatsApp, ha reducido la eficacia de las fake news.
Estoy hasta la mismísima corona de audios de biólogos, de cantarilla y politiquería barata. Me divierte por momentos, pero me quema.
El primero que recibí se lo adjudiqué a Camila Arteche. Me parecía un chiste buenísimo, a propósito de su protagónico (la bióloga marina) en una cutre telenovela de Cubavisión.
Es que, en serio, la voz es parecidísima. Prefiero pensar que es Camila Arteche, aunque coincida con algunas de las ideas que propugna, totalmente opuestas a las medidas gubernamentales.
El otro audio que contagia nuestras cuentas de WhatsApp por estos días pertenecen a un tal Alejandro Palmarola, biólogo e investigador del Jardín Botánico Nacional. Creo que ese es el actor que hacía de profe de Historia de la novela cubana recién finalizada. Aunque tiene un acento semiafeminado.
Este es un comunistón que rebate todo el discurso de Camila Arteche.
Pero ya sabemos de qué va todo esto. El tema es difundir la palabra, crear polémica, disturbios, pánico. “Calentar”, en un sentido u otro. Estos biólogos son, en ambos casos, figurantes digitales. Comentaristas de radio y marionetas dentro de WhatsApp.
Ahora también se ha viralizado la sandez de promociones de CUBACEL. O sea, ¡paaar favaaar!, ¿bajo qué concepto una empresa tan usurera como nuestra insuperable ETECSA, cedería 5 CUC de saldo a los usuarios por difundir medidas sanitarias? Esos cabrones tienen todo un andamiaje técnico y bases de datos para circular esa información.
Bitches, plis.
Es importante distinguir entre los difusores de bulos, que lo hacen probablemente para intentar esclarecer un problema que no entienden, y los creadores de bulos, que impulsan mitos peligrosos y falsedades en pos de la viralidad de la información, el altercado social o los 15 minutos de fama.
La información contrastada y oficial es crucial ante este tipo de crisis. Frenar la desinformación en torno al coronavirus debería ser una prioridad para las redes sociales más populares, que han prometido esfuerzos para identificar noticias falsas y hacerlas desaparecer.
Los Ministerios de Salud (oficiales) de grandes potencias extranjeras han llegado a un acuerdo con el buscador de Google para que la palabra “coronavirus” remita a los resultados de la página de la Organización Mundial de la Salud. Lo mismo en Twitter. Para que cuando se lleve a cabo una búsqueda relacionada con el virus, la primera información que encuentren los usuarios será creíble y autorizada.
Otro lugar donde florecen con facilidad las noticias falsas es YouTube. Por eso, se ha decidido mostrar en primer lugar resultados procedentes de medios de comunicación confiables de cada país.
Por último, Facebook e Instagram aseguran que borrarán contenido con afirmaciones falsas o teorías de conspiración que puedan poner en peligro a las personas, reduciendo de forma importante la distribución de ese contenido y alertando a los lectores de su falsedad.
Vamos a ver qué sucede. Pero WhatsApp, propiedad de Facebook, continúa siendo la carne principal del bulo.
El reto es heavy. Hay que remar en la misma dirección e implementar mecanismos que contribuyan a detener las fake news.
Tolerancia cero.
No dejes que te la cuelen. No sean tan chorizo/a. No envíes cadenas. A nadie le cuadra eso.
Los puros, los baby boomers, son las principales víctimas. Adviérteles.
Te dejo aquí una estrategia del fórum para que no te engañen en ningún sitio de Internet, de Facebook a WhatsApp pasando por Twitter: un repaso a sites, herramientas y tallas informáticas que detectan las noticias falsas, como Maldito Bulo, Fake News Detector, WikiTribune, The Trust Project o VOST.
Ojo: desde Cuba, siempre con VPN.
Coordínate.
Me voy al IPK a llevarle una merienda a Paolo De Aguacate.
Dale amor en Hypermedia YouTube*.
*CORONAVIRUS vs. BABY BOOMERS (Cap. 7), 0:41 min, por Paolo de Aguacate en Editorial Hypermedia YouTube.
Tech de la Protesta
Lesstúpida Cubana & Paolo De Aguacate
En Cuba, hay al menos tres generaciones que tienen erróneamente aprehendida la palabra movilización. Nadie está comprometido a plasmar la carita en una movilización popular, pero sí con postear foticos, andar cazoleando y breteando mierda. La gente prefiere ser picante en las redes. #FreeLuisma.