El derecho a ofender y a ser ofendidos

Raymond Aron dijo que no basta con no ser comunista, sino que hay que ser anticomunista. Y el señor Abreu, que también es un liberal inteligente y un espectador engagé, se lo ha tomado en serio, pero no solo contra el Comunismo, también contra la fofería. 

El señor Abreu es el antifofo. 

Por fofo entendiendo tanto lo físicamente flácido como lo moralmente marshmallow. Esto significa que es un hombre viril. De una virilidad intelectual y política que estremece al hombre blandengue, decadencia de la especie, y sobre todo a las madres superioras de La Sexta, que son una categoría: cuerpo reprimido y mente despótica. Un onanismo sadomaso. Para satisfacer su ardor frustrado, todos estos hijos, hijas e hijes azotarían al señor Abreu hasta que sangrase y después lo quemarían en la hoguera. Y esperen a que lean este libro. No han comprendido que ha venido a liberarles. Abreu nos devuelve a todos nuestro derecho a ofender y a ser ofendidos. 

El señor Abreu salió de Cuba y, aunque no le guste y suene a estupidez geoidentitaria, diré que se nota. Su escritura es tropical, fértil, lúbrica y bienhumorada. No exhibe el ceño o el coño fruncido de Galapagar ni la pedantería de tantos columnistas que confunden un zasca cipotudo con la batalla cultural. Al revés. Fluye densa, profunda y llena de animalitos exóticos y peligrosos de verdad. Y es salada, claro. No es una prosa de insípida piscina suburbial. Si acaso, una piscina Hockney, afilada e irónica, cortada por un cuerpo con pelotas. El suyo. 

Por último, al señor Abreu le gusta el sexo. Es decir, la vida. Él querría que ensalzásemos aquí su celebérrimo pito, pero yo soy empírica. De lo que sí soy testigo es de su vigorizante humor y hedonismo, un palmeral en este páramo de puritanismo, pesimismo, pandemia y prohibición. 

No sé si llegó al buen sexo por amor a la libertad o a la verdadera libertad por afición al buen sexo. En todo caso, el resultado es el mismo. He aquí un escritor, más bien un artista, capaz de crear un nuevo género a partir de la conciencia adulta de que la política es erótica y la libertad un placer. 

Juan Abreu trae a la política española un liberalismo antifofo, una escritura fértil, lúbrica y bienhumorada, un nuevo género erótico y el derecho a ofender y a ser ofendidos. 


* Prólogo del libro Eros y política, POD, 2021.




Mujercitos

Contra ‘Mujercitos’

Ray Veiro

‘Mujercitos’ te presta cualquier cosa que ayude a liberarte: un dedo para vomitar, una idea para reventar el país, una mano para masturbarte, una garganta para gritar y unos dientes para morder. A falta de carne, pieles para canalizar la rabia.