Velando hueco con Rocío Aballí

La pornografía, una de las expresiones cinematográficas más consumidas a escala mundial en la actualidad, mantiene entre sus líneas un estigma precedido desde lo visual, que ha puesto en duda la ponderación femenina. 

A partir de los años 80 del siglo XX mucho ha cambiado dentro del género, cuando féminas disconformes con las maneras de crear y entender desde el porno reivindicaron el cuerpo femenino como protagonista y no como herramienta. Las oleadas finales del pasado siglo también marcaron en ascenso la existencia de un grupo de creadoras de contenidos porno, la antítesis de las miradas sociales que han silenciado la capacidad de las mujeres creadoras de contenido audiovisual ligado al sexo explícito. 

La precariedad de los derechos y libertades es una de las mayores polémicas en torno a las corrientes feministas desde sus múltiples escenarios sociales y fuerte activismo. Para visualizar comportamientos heredados y pensamientos que han minimizado, cosificado y dudado del valor y capacidad a las mujeres durante siglos, así como mostrar exitosos emprendimientos y liderazgo en diferentes sectores, se encuentra la pornografía. 

Guionistas, productoras y directoras de porno reconocidas piensan este género como un lenguaje para empoderarse, superar los cuestionamientos de la industria, los insultos y atreverse a hablar del sexo y las sexualidades desde una posición de poder que, tradicionalmente, no han tenido; lo cual buscan estas artistas con sus diversas prácticas performáticas.

No hace mucho, las mujeres solo existían en el porno para figurar delante de la cámara. Angie Rowntree, una de las primeras directoras de porno en la década de 1990, cuenta que, en un inicio, todos en la industria del cine erótico la desanimaron: “Ustedes no son visuales”, le dijeron. 

Por su parte, Candice Marion Vadala, mejor conocida como Candida Royalle, una actriz porno en la década de 1970, se convirtió en una de las primeras mujeres en filmar una película XXX centrada en la perspectiva del placer y vista desde la sexualidad femenina.

Entretanto, la realizadora audiovisual sueca Erika Lust, quien se desempeña como directora de películas porno, ha destacado en la industria del sexo por ser pionera en buscar y mostrar alternativas visuales y dramatúrgicas de fuerte carga erótica apoyada en los encuentros sexuales, en los que, según sus propias palabras, se ha enfocado en hacer de sus propuestas una manera de entender la pornografía como un medio “más humano, más íntimo y más real”.

En 2002, las activistas españolas Águeda Bañón y María Llopis fundaron Girlswholikeporno, un blog sobre pornografía alternativa que estuvo activo hasta 2007. Es ese espacio publicaron un manifiesto que explicaba sus objetivos: hacer saltar por los aires los estrechos corsés que encierran las identidades sexuales y las fantasías eróticas. 

Sin embargo, en Cuba, a los pies de la segunda década del siglo, los esquemas conservadores capitalizan la opinión pública y oficial. Fronteras dentro, es predecible que el porno y la mirada explícita del sexo pensado y dirigido por mujeres en ambientes generalmente misóginos conduzca a marginalizar a sus exponentes.

No obstante, desde que el acceso a Internet y a las plataformas online se hizo más popular desde finales de 2018, no es difícil escribir #porno y #cuba sin cruzarse con el trabajo de la artista cubana Rocío Aballí Hernández (Matanzas, 1988), quien se deja entrever como mujer, cubana, mestiza, fotógrafa, pornógrafa y cazadora de archivos pornográficos.


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‘El leoncito y la cama’.


Egresada de dirección de fotografía de la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA), su incursión en el cine a cargo de la especialidad viene con la participación en los cortometrajes Final de díaTe espero mi amor, te esperoYamada perdida; Historia de balcones y La piel como lienzo

Una trayectoria que continúa con otros materiales que ella misma ha dirigido y codirigido. Tal es el caso de los cortos transmedia logrados con cámaras 360, stop-motion y videoarte, como la animación Cada lunes, cada lluvia y los #Quedate en casa, pensados y coordinados junto a su amigo Andy Ruiz Muñoz en 2020.   

Lo más cerca que he estado de ella podría ser en algún sueño, porque existe aquí un posible desvío en la estética del encargo. Lo más lejos, son las preguntas que dejó inconclusas en el chat, como en un congelador. La intersección de lo anterior, es un platonismo basado en la observación mitad detenida y mitad sofocada de una antientrevista. 



Un romance, muchos romances 

La experimentación de Rocío Aballí parte de una esencia tan natural como el deseo y el disfrute desde el individuo como ser social y sexual, génesis que se alimenta de la evolución de sus descubrimientos y el intercambio de información. 

Su perfil de Instagram (@rocioaballi), activo desde 2017, visualiza el trabajo personal que incluye, además de la fotografía de la autora, una serie de investigación y compilación sobre el porno cubano. Su libertad en la perspectiva de mostrar es una virtud que el doble filo de las normas comunitarias restringe entre las advertencias de esta plataforma casi todo el tiempo. Un estilo que insiste en el modo de representar sin ápice de vergüenza lo que las disciplinas y el falocentrismo se han adjudicado. Las disidencias frente a los esquemas de jerarquización. 

Una correspondencia incesante moldea el lenguaje de la gráfica, la hibridez entre la foto real y los procesos de edición e iluminación. Se combinan así dibujo, saturación, intervenciones que aparecen de vez en cuando entre las propuestas. Los flashazos nocturnos directos al cuerpo y sus fluidos son en este rejuego otro detalle observable. Junto a todas las incursiones va anclada la posible advertencia de pronta desaparición a merced de la censura.

Tengo un romance. Tengo la verdad muchos romances. Con todas ellas. Me acuesto y me despierto pensando en las putas cubanas que voy descubriendo. En las que quiero fotografiar, o las que no conocí pero descubrí en un video que me traje de aquella provincia, las tengo de fondo de pantalla, en la computadora, en el celular. 
Putas de lucha, espera y sudor. Las coloreo, describo el espacio, escucho lo que dicen, qué hay detrás de esa pared. Narro sus historias. Lo que veo y lo que me imagino. Es como habitar una isla casi abandonada de suspiros, sexo, saliva, esperanza, libertad y amor. 


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‘Comida de putas’.



Abogadas del Diablo 

Su cuenta de Instagram mutó de ser un sitio expositivo a una conferencia visual entre la artista y el seguidor, que hace de este último un retroalimentador en la historia detrás de un archivo, o del contenido que ella misma proporciona y muestra como botín: el resultado de sus sesiones de fotos. 

Ocurre, asimismo, que el cuerpo de Aballí también es plaza tomada en el diálogo y lo defiende en el plano de la sororidad y en armonía con su sujeto fotografiado.

En su itinerario deja una hendija abierta. Anuncia las pistas de próximos viajes interprovinciales en la búsqueda sedienta de un nuevo registro. Las imágenes que no quiere olvidar. A ellas, a las putas de toda su isla, les está escribiendo un libro. Los cuerpos quedarán como apuntes.

Sigo con memoria flash en mano husmeando por todos lados para encontrar nuevos videos, aunque ya casi todos los que tuvieron me cuentan que los han perdido en disco duros rotos o computadoras ya inexistentes.
Quién sabe si en un tiempo me dedico a hacer una videoteca de esas de culto donde puedas ir a revisar videos de porno cubano antes del explote de Internet.

Las obras coquetean —ya lo ha dicho— con el deseo de hacer posporno, una forma de concebir la visualización del placer que parte de la imposibilidad de hacer catálogos pétreos. En el posporno, las categorizaciones y las etiquetas no son válidas para definir un cuerpo en resistencia frente al legado del relato convencional. 

En las publicaciones, comparte capturas de pantalla del feedback del público que observa como otro voyeur más. Pide consejos, la valida y reconoce como oráculo y repositorio del porno cubano. Los textos que acompañan sus hallazgos y actualizaciones son, en sí, otras imágenes escritas. Crónicas, poemas, canciones y cartas aparecen con las visualidades con narrativas muy cercanas y costumbristas. 

En Cuba, al menos las de mi generación y las de antes, y las de la generación de después, tenemos, de niñas, una foto dentro del escaparate. Nos ponían ahí junto con los potes de talco, rodeadas de toda la ropa, entre los percheros, colonias y zapatos, ahí nosotras perfectas y llenas de lazos. No sé bien por qué. ¿De dónde vino que meternos dentro de un escaparate sería un buen recuerdo?
En el porno cubano, resulta que los escaparates y las putas están muy ligados. Los escaparates en el fondo del plano, escaparates en primer plano. Putas frente al escaparate, al lado, asomadas, recostadas, acompañadas del escaparate, es como un riquísimo juego con el subconsciente. Pero ahora, me gusta pensar, es una descaradísima muestra de libertad porque somos las salidísimas, sinvergüenzas y putas del escaparate.


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‘El escaparate’.



El feminismo que me interesa es el de las putas

La acción-protesta de sus piezas va de la mano en la denuncia contra un sistema violento que actúa como censor y agresor. Tampoco es este activismo una nube alejada entre las causas de los estallidos sociales. El manifiesto evoca también un derrumbe urgente de modelos patriarcales en la mentalidad del gobierno cubano. 

Las razones son firmes. A un año de los sucesos del 11 de julio en Cuba, su carta de la noche abandonó el susurro habitual para proclamar:  

Ayer fue 11, compré marquesitas y las compartí con compañeras de trabajo. Les dije: chicas, pidamos porque el año que viene sea mejor. Este es un día importante, pidamos por las que seguimos aguantando aquí como perras y por las que están lejos pero nos siguen acompañando. No hay que perder la esperanza.
El reloj de esta bella puta cubana marca las 11, y yo vuelvo a pensar en la posibilidad de algo nuevo, de algo húmedo, suave, algo poderoso, algo necesario. 
En cuatro, abierta y dispuesta a todo lo que debe ser, también espero, en cuatro porque mi lucha es la lucha de las putas. En cuatro porque nos da la gana. Porque quiero cambiar de ángulo. Porque con la cara mirando desde abajo quizás cambiemos la perspectiva y lo veamos venir todo al revés, de reojo y con una sonrisa en la cara por los imbéciles que se verán así de idiotas, machos que se creen que mandan en esta isla, con sus caras desfiguradas desde esa posición, con la boca al revés y los dientes invertidos. La barriga densa y las piernas para arriba. Cada día habrá un 11. Vivan las cubanas. Vivan las putas cubanas. Viva Cuba libre para todas.


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‘Gengis Kan versus Lorena’.


Aballí ama frenéticamente a sus musas. Las contempla muchas horas al día. Las lleva en el fondo de su monitor y en el celular. Sueña con obsequiarle experiencias más inmersivas. Compartir la casa, la pared, la voz, el orgasmo, un vínculo que podría dejar de ser idílico, de desaparecer el sesgo de las legislaciones nacionales. Grita por ellas, por sus derechos y la ausencia de seguridad que las desprotege.

Casi al cierre de 2022, una muestra de su obra llegó a Madrid con la serie Quiero hacer porno cubano (2019-2021), invitada por el Estudio Figueroa Vives, un colectivo de artes visuales. 

El último indicio de conversación fue hace tres semanas. Rocío me dejó sus votos en WhatsApp, tras otro intento inútil por atrapar lo que dirían sus respuestas. Hablar, hacer, entender, estudiar y gozar con el porno nacional es un deber-ser que prefiere llevar sin prisas, como un ritual o un templo de paz. 

Mami, yo no te puedo responder esa entrevista de corre-corre, después de la entrevista que di para el mismo espacio, cómo crees que te voy a hablar a ti a lo loco de mi pincha? De procesos que han sido muy íntimos, complejos también, que cuando hablo de ellas, en ese decir está también mi declaración de amor, mi compromiso con lo que hago, ¿entiendes?


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‘Orestico’.


Los anhelos de esta mujer mantienen a toda marcha las apuestas. No ha dejado de estar ocupada desde entonces. Cualquier otra excusa estará fuera de sus tiempos. Una mujer sexualmente positiva será solo fiel ante su apología: 

Lo único que me sigue acompañando son mis putas y el bolero, la certeza de que mi obra y mis sueños se las quiero dedicar a ellas. 




© Imágenes de interior y portada por cortesía de Rocío Aballí.




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Cine sin marcos: los cuadros pornográficos de Cuba

Fabio M. Quintero

He visto cosas bastante osadas en París, pero en La Habana es espantoso. París es una escuela dominical comparada con la capital cubana”.