Carta #6 a Donald Trump

Minneapolis, junio 20, 2025.

Querido Donald:

Hoy te escribo desde una ciudad tan preparada para el invierno que, con estos casi 80 grados, abruma. Y, sin embargo, la disfruto. Camino rumbo al City Hall, con su imponente torre relojera que eclipsa al mismísimo Big Ben y me dirijo hacia el Guthrie Theater, ese templo del arte dramático, justo frente al Stone Arch BridgeDesde aquí, contemplando las St Anthony Falls, únicas cataratas naturales del Mississippi. Te escribo, entre el susurro del agua y la gravedad de estos tiempos. 

Me encontraba aquí en Minneapolis cuando asesinaron a Melissa Hortman, la congresista estatal, y a su esposo. La ciudad entera respiraba luto, consternación y rabia. Mi tristeza fue doble: al dolor de la pérdida se sumó la incomprensión de quienes, incluso en medio del duelo, buscaron culparte. Me conmoví al escuchar tu mensaje sincero y solidario: Such a horrific violence will not tolerated in the United States of America. God Bless the great people of Minnesota, a truly great place. Fue un gesto noble, y como tantos otros tuyos, deliberadamente malinterpretado.

Ha sido un mes duro para ti desde mi última carta, pero al menos salimos de Musk. No ahondaré en la herida, en mis dos primeras cartas ya te advertí. Quiero que sepas que me alegro. Elon era una interferencia, un absurdo, un niño majadero. He thought he owned the playground. Turns out, he was just another kid playing in it.

Me inquieta mucho más la avanzadilla de los wokistas de manual que te atacan desde el odio y la revancha. Son capaces de inventarse enfermedades con tal de transformar una opinión en diagnóstico; una postura, en patología. Y así, con total seriedad, se atreven a afirmar que tú, my President, eres un dictador. I can’t help but laugh.

Unos resentidos y paladines de la posverdad se han inventado un “Fidel´s Syndrome”, y te diagnostican como un paciente perdido, un orate sin remedio. Lo describen como: a set of attitudes, traumas and behaviors of extreme politicals blidness, associated with affilations towards the figure of a dictator…

Y lo escriben así, en inglés, porque sabemos que el español, como dijera Jacques Audiard —director de Emilia Pérez— es “un leguaje de países modestos, de países en desarrollo, de pobres y de migrantes”. 

Es simple retórica disonante con disfraz de ciencia, necesitan convertir su aversión en algo empírico. Al no tener hechos se refugian en mentiras bañadas de vocabulario académico. Diagnosis by ideology, not by evidence. Classic move.

Sin embargo, sí hay un Castro en quien te reconozco. Uno de linaje intacto y de pedigrí irrefutable, que se expresa con esa misma convicción y vehemencia que convierte la libertad no en una pose, más bien en una condición natural, en una forma de estar en el mundo sin pedir permiso. Para él, al igual que para ti, la libertad no es ni gesto ni privilegio: es una obligación, un deber impostergable. Es una manera de existir que, como la tuya, concibe la libertad como un mandato, no como un margen o capricho, sino como el centro de la vida, una singularidad que no se elige: se impone.

Te hablo de Sandro Castro, que al igual que tú, my President, es un malentendido. 

Él y tú demuestran el extraordinario lavado de cerebro al que hemos sido sometidos. Lo que nos han hecho entender por excéntrico es la prueba de nuestra propia mediocridad. Ambos comparten el ejercicio pleno del ser y la voluntad de trascender los límites de su propia libertad. 

Sandro Castro es el único Castro libre. No mask, no mission, just a mirror. Es a través de él, y únicamente de él, donde podemos ver la magnitud nefasta de los de su apellido. Solo Sandro vive como un Castro libre, sin las ataduras del legado de su abuelo, sin la contención que le podría imponer su tío. Sandro se rebela y, al ser él mismo libre, nos libera a todos.

Sandro no solo desafía el poder de una familia secreta y victoriana. Al mostrarse en lo que es, al desobedecer una ideología de la simulación y manifestar su deslealtad al clan, escupe en la cara del castrismo su propia hipocresía. Con él entendemos que podemos sobreponernos al legado de su linaje oscuro, con él la libertad es no solo posible, es algo visible.

En cada alegato público el nieto del abuelísimo revela el fango en el que se deshace la Isla, el momento exacto en el que la República exhaló su último aliento y donde se extravió el ciudadano. Sandro señala al vacío, lo único que queda. 

En Cuba, donde la discreción se ha convertido en la norma revolucionaria, Sandro comprendió que el silencio es sumisión. Como tú, convirtió la vulgaridad en estilo, y el estilo en doctrina. Sandro pisotea a golpe de reguetón el castrismo cultural y tú bailas sobre las ruinas del consenso liberal. Two men, one stage, no apologies.

Tú, my President, y Sandro se han convertido en espejos que devuelven una imagen insoportable: lo que somos y callamos. En ustedes vemos nuestro silencio cómplice, nuestra cobardía. Los dos son el retrato más honesto del sistema en el cual crecieron; tú, del capitalismo triunfante; él, del castrismo parásito. Estoy seguro de que se llevarían bien, deberías invitarlo a Mar-a-Lago. (Cuban cigars and American dreams, what a combo). 

Sandro es el único Castro que se atreve a vivir como un Castro. Es, simplemente, el único cubano libre. 

La Cuba de los I-220-A, del parole y de la reunificación familiar, —esa que algunos creen que has traicionado— debería dejar de soñar con salvadores y empezar a reconocerse en Sandro. Todos los cubanos deben asumir sin pudor: ¡Seremos como Sandro! He’s not the hero we wanted, but maybe the one we deserve.

El Mississippi, ante cuyas aguas te escribo, atraviesa este gran país como una vena abierta de su historia, y no puedo evitar pensar en el extenso camino que aún te queda. No quiero agobiarte; el mundo ya se encarga de hacerlo, empeñado en ponerte zancadillas, tenderte emboscadas, conjurando enemigos y escarnios con la esperanza de verte fracasar. Pero ni el desdén de Putin ni las algarabías del ayatolá Jameneí podrán contigo. Let the bullies bark—the lion walks on.

This land still believes in you—don’t let it down. My best embrace, always, my President.

Tu Jorge.


P.S.: El original en inglés de esta carta fue enviado al correo oficial del Presidente de los Estados Unidos.






como-podria-escalar-la-guerra-entre-iran-e-israel-una-conversacion-con-daniel-b-shapiro

¿Cómo podría escalar la guerra entre Irán e Israel?, una conversación con Daniel B. Shapiro

Por Daniel Block

Daniel B. Shapiro ha sido embajador de EE. UU. en Israel y director sénior para Oriente Medio y el Norte de África en el Consejo de Seguridad Nacional.