Moitón Toonosevich

El paisaje se iluminó. El contorno de las cosas engordó sedoso y las aves y los insectos emitieron acompasados acordes y plácidas complacencias.

Delicias pixélicas. Amanecía en el TvTual.

No era una pantalla sino una puerta al mundo virtualcarnal. Ocupaba toda una pared.

Los sonidos se internaron en la habitación. Túneles de escarceos tibios, esplendentes. Sosiego de dientecillos tiernos desenredando la penumbra.

Las estrellas, debilitadas, estallaron: lágrimas lácteas.

Filón rosáceo en el horizonte. Magentas, lilas. Cuchicheo de colores. Cobre. Plata. Trinos.

Moitón despertó.

Lo primero fue un escozor, cosquilla agradable que nacía en los compactos, rosados testículos, subía por el largo y cabezón órgano que reposaba adormilado sobre su estómago y continuaba un recorrido que abarcaba todo el cuerpo y se dispersaba por el lecho como un orgasmo nanotécnico.

Hoy era el día y su cuerpo y su espíritu, expectantes, estaban preparados para disfrutarlo. Santa Misa Anual Deportiva, Entretenimiento Sexual Total gracias a la llegada del Kiuttyclon. Visita del Hijo de Dios Nuestro Señor, tal vez…

Rezó agradecido. Deseando con fervor la llegada de Dios Nuestro Señor. Como cada mañana, tal y como aconsejaba el Consejo Teológico Mundial.

Apagó el Descansador Nocturno.

Se metió en el Regenerador Celular.

Diez minutos después salió rejuvenecido, optimista.

Solicitó al TvTual un paisaje caribeño en 1899. Nada de ruido de aviones, ni motores de automóviles, ni sirenas de barcos de recreo llenos de horrendos turistas, ni lanchas motoras…

Playa. Amanecer. Mayo. Paseo matinal.

Entró. El espacio virtualcarnal lo recibió con un leve chisporroteo. Picor en las fosas nasales, en las vías respiratorias. Echó a caminar. Arena crujiente. La playa se extendía hasta el horizonte, solitaria, acogedora, dorada por los rayos del Sol. De una lejana aldea trepaban hacia el cielo gráciles columnas de humo. Situación Entretenida, Paisaje Entretenido, Atmósfera Entretenida. Sonrió. Cantos de aves de corral, ladridos de perros. Ecos de algún dialecto incomprensible y felizmente extinguido. La mañana tenía una calidad de leche animal recién ordeñada. La brisa fresca entraba, vigorizante, en los pulmones de Moitón. Apuró el paso. Agitó los brazos acompasadamente. Trotó. Cuando su cuerpo desnudo se cubrió de transpiración, entró en el mar. Tibieza, sensación de comunión con la Divinidad. El alto nivel de Gen de Dios en su organismo le permitía conectar sin grandes esfuerzos con la Epifanía-Pertenencia a la NewNaturaleza. Quedaba muy poco del ADN original, suplantado casi en su totalidad por su nuevo ADN virtualcarnal.

Nadó; brazadas largas, rítmicas, hacia el abombado horizonte. Allí nunca se ahogaría, ni lo hincaría uno de aquellos negros erizos que distinguía en el fondo, ni sufriría un calambre, ni lo atacaría una barracuda o un tiburón, ni lo golpearía accidentalmente la barca de un pescador ni lo quemaría una medusa. Sonrió. ¡Cuánto dejado al azar, cuánto desorden en la Antigua Naturaleza!

El mundo previo al Reorden tuvo cierto encanto, estaba dispuesto a reconocerlo, pero no cabían dudas de que el nuevo mundo virtualcarnal resultaba infinitamente superior. ¡Por Dios Nuestro Señor!

¿Cómo podía haber gente tan enferma que añorara la Antigua Naturaleza, que osara combatir el NewOrden, que se opusiera a que la Humanidad comenzara una nueva etapa de verdadera felicidad y progreso en WebLand Tierra-Santa? Cierto que se trataba de un minúsculo grupo de terroristas enloquecidos y algún remanente de razas inferiores a los que tarde o temprano aplicarían las Pestes Programadas o alguna otra medida sanitaria, pero aun así… existían aquellos seres.

Moitón lo encontraba asombroso.

Braceó un buen rato, hasta sentir duros los músculos de brazos y piernas. Luego, despacio, deleitándose con el roce del agua, aspirando con fruición el aire enmielado, regresó al dormitorio.

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Consumió algunas virtufrutas y algunas lascas de virtujamón, muy superior a su asqueroso antecesor, mientras el espacio virtualcarnal ofrecía las Entretenews. Casi todas se ocupaban de la Aparición en un McBurger cerca de Tompkins Square Park, de DiosMike. Los analistas y teólogos entrevistados lo interpretaban como una clara señal de la inminente visita del Hijo de Dios Nuestro Señor; algunos se aventuraban a ver el hecho como evidencia de la cercana Resurrección del Padre Todopoderoso en Tierra Firme. Escenas de júbilo mientras el Presidente y Comandante en Jefe del All Stars anunciaba la buena nueva desde la puerta del McBurger. El agraciado, un tal Sullivan, a su lado. Hacía diez años que el AtletaDios no firmaba un balón. Los cálculos de los especialistas acerca de su valor simbólico, económico y religioso alcanzaban cifras impresionantes. Rostro conmocionado del distinguido por la Divinidad, un mecánico que trabajaba para la Autoridad de Transporte de NewManhattan. Hermosura Máxima Eficiencia del VeryFirstClassMultiEjecutivo Koslowsky, sonriendo a su lado. Gentío enardecido. El obrero, con voz apenas audible, hablaba de su emoción, de su condición de oveja descarriada, del veneno de los programas de participación, arremetía contra Regansón y su Supermaravillosoestupendo que, según él, lo habían alejado de DiosMike.

¿Por qué tienen que politizarlo todo? Se dijo Moitón. ¡Que cada cual se entretenga de la forma que le venga en ganas! Todo es Juego, Entretenimiento, palabra de Dios… Estaba escrito.

Mientras no se faltase a los Dos Santos Mandamientos…

El Consejo Teológico Mundial, reunido permanentemente desde un mes atrás, aconsejaba rezar a todos los habitantes de Tierra Firme para crear un ambiente propicio a la visita del Hijo de Dios Nuestro Señor y por la pronta Resurrección del Padre en Tierra Firme. Los exhortaba a venerar y respetar los Dos Santos Mandamientos que a su vez constituían los Dos Pecados Únicos:

Siempre consumir. 

Nunca aburrirse.

Moitón rezó, los ojos apretados, las manos juntas sobre el pecho. Confiado. Pletórico de Fe.

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TvTual: vista aérea del Cathedral Center. Lifescenario. Entrevistas a VeryImportantPersons, VeryFirstClassMultiEjecutivos, Mandatarios, Presidentes, Alcaldes, Cónsules, FirstClassPeople, Princesas y Reyes y otros distinguidos invitados. Fansperegrinos de todos los confines de Tierra Firme y lo que queda de Europa formando ríos chirriantes que convergen en el centro de la isla. Primeros planos. Bajo El Cielo grávido de anuncios, una nata de vehículos turísticos, naves personales y todo tipo de transportes: fiebre. Calles y avenidas atestadas. No quedaría un solo espacio libre en los gigantescos palcos, pensó Moitón. Ni siquiera en los remotos, casi pegados a El Cielo. Por suerte, él tenía espacio en el palco reservado a los VICP (VeryImportantSciencePeople). Dentro de pocas horas todos los habitantes del mundo, las estaciones orbitales, las colonias lunares y marcianas y WebLand-Tierra Santa que no tuvieran la dicha de poder viajar a NewManhattan para presenciar el evento, estarían frente a sus TvTris o dentro de sus TvTuales para ser testigos del anuncio del advenimiento de una Nueva Era que traería Entretenimiento Eterno y Total para todos. Bajo la tutela cariñosa e infalible de Dios Nuestro Señor en persona. Él, Moitón Toonosevich sería uno de los afortunados.

Moitón Toonosevich. Uno de los más respetados Toonspólogos del planeta. Autor de Toons y eternidad y El Toons como antecedente virtualcarnal: Gen del Nuevo Planeta, entre otros estudios fundamentales. Una verdadera autoridad en el estudio de las aspiraciones toonicas de la especie humana. Deseo de ser toons, su obra más famosa, era considerada una especie de Biblia de la Virtualcarnalidad. Recientemente, la repercusión alcanzada por uno de sus textos dedicados a Cebra, la famosa performance de Wendy, la aclamada artista, significó para Moitón Toonosevich un inesperado ascenso en la Escala de Consumo y la categoría VeryFamousPeople de Segundo Grado otorgada por el Consejo Teológico Mundial. Lo que significaba la consagración de cualquier científico, escritor, artista o teólogo.

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Decidió trabajar un rato. Tras dos años de esfuerzos estaba a punto de finalizar su nuevo libro. Los programas de Entretenimiento Científico-Literarios lo asediaban para que concediera entrevistas, pero aún no había llegado el momento.

Una rara y valiosísima colección de libros de papel cubría las paredes de su amplio estudio. Las sucesivas Guerras de Reorden, la Era de la Imagen y más tarde la llegada de la Era Virtualcarnal, habían decretado siglos atrás la muerte y desaparición de los corruptibles libros de papel. Cuando los arqueólogos encontraban algunos ejemplares sobrevivientes en las calcinadas ciudades tumbas o en algún recoveco remoto de Garbageland, esos restos alcanzaban precios fabulosos en las subastas.

Moitón los contempló. Protegidos, en el interior de sus cápsulas conservadoras, arrojaban una luz amarilla a ratos, a ratos cerúlea, que saturaba la atmósfera de la habitación. La luz flotaba, formando figuras vaporosas, siluetas de pájaros esfumados, contornos de bosques, el perfil de una ciudad humeante, voces, “silencios arbóreos”, músicas extinguidas, muchedumbres apresuradas, sobaduras de sistólica frecuencia, fragores y presencias, ecos de la Antigua Naturaleza a la que pertenecían los ejemplares.

Mínimas ráfagas de agua limpia cortaron el espacio dejando un rastro dulzón. Fantasmas.

Moitón miraba extasiado esas manifestaciones, esos espectros que denominaba: “excrecencias somático-verbales de realidades literarias extinguidas”. ¡Con qué intensidad había sentido aquel olor a tierra empapada hecho exclusivamente de palabras!

Desentrañar esos fenómenos era, precisamente, la tarea en la que estaba embarcado el reputado científico. Lo que consumía gran parte de su tiempo y le producía una enorme cantidad de FirstClassEntretenimiento.

La calidad de su colección aumentaba la frecuencia, complejidad y nivel de información, autenticidad y sugestión de los fantasmas. El estudio era el ámbito de sus apariciones hasta el momento, aunque al científico no lo hubiera sorprendido que se extendieran a toda la vivienda. En las últimas semanas, por motivos que Moitón desconocía, aunque sospechaba que estaban relacionados con la proximidad de la Santa Misa Anual Deportiva y la anunciada visita del Hijo, los Fantasmas del Papel, como los bautizara, se manifestaban con frecuencia y autonomías nunca vistas.

Paseó ante los contenedores traslúcidos: atesoraban piezas que constituían la envidia de museos y universidades. Se detuvo.

Allí estaba el ejemplar de Paradiso, su carga venenosa sintiéndose a pesar de las medidas de seguridad, catalogado como de extrema peligrosidad dado su nivel de Tedio Extremo siniestramente mezclado con dosis letales de Aburrimiento Máximo. Para no mencionar su Nivel-Máxima-Blasfemia. Artefacto condenado a la desaparición total y excluido de la Salvación según el Consejo Teológico y las Profecías: inoculación del Gen de Dios: prohibida. Virtualcarnalidad negada. Seiscientos años de antigüedad. Solo accesible a científicos de élite; manipulable bajo rigurosas medidas anticontaminantes. Virus de la Tristeza, Virus de la Duda, Virus del Aburrimiento, Virus del No-Entusiasmo presentes y activos en su composición genética. Custodia antivirus oficial y obligatoria, estipuladas en los acuerdos de préstamo. Especialista en Plagas y escolta asignado durante desplazamientos.

El Período de Entretenimiento Especializado con fines científicos concedido a Moitón concluiría en dos meses. Después de eso el volumen pasaría a manos del Consejo Teológico Mundial para su erradicación definitiva de la Historia de la Imaginación Humana.

El libro provenía de una tribu extinguida, mediocre, que en los oscuros tiempos de PreReorden se había distinguido por su capacidad para mover el trasero y poco más. Moitón estaba seguro de que aquel texto era apócrifo. Imposible que aquella horda, de las primeras en ser catalogada raza inferior no humana eliminable, produjera un artefacto de semejante complejidad. Confiaba en demostrar que pertenecía a épocas aún más antiguas y caóticas, que fue concebido en el seno de una comunidad mucho más “civilizada”; hablando en términos del Antiguo Orden.

Recuperado casualmente de las entrañas de Garbageland, Paradiso permaneció muchos años en poder de contrabandistas chinos (donde perdió numerosas páginas y aumentó su deterioro) hasta llegar a manos de un anticuario amigo, y de allí, luego del desembolso de una respetable cantidad, a manos del científico que, como era ley, lo entregó de inmediato a las autoridades competentes. Luego, los infinitos trámites para obtener el Permiso de Entretenimiento Especializado. Que le concedieron bajo extremas medidas cautelares.

El volumen, ininteligible, dejaba ver su lomo dentado. La portada, contraportada y primeras páginas habían desaparecido: papel orgánico enmohecido, vivero de podredumbres neutralizadas, cementerio de bacterias, nido de letales virus. Manos virtualcarnales incontaminables lo manipulaban, obedeciendo órdenes de Moitón, cuando este intentaba desentrañar algún párrafo. Excederse de un párrafo provocaba al científico trastornos digestivos y emocionales que duraban varios días. MiniMonjes Lladró hacían guardia permanente dentro de la cápsula. Programados para incinerar el volumen a la menor señal de fuga de virus.

El científico continuó su paseo. Un poco más allá, se detuvo nuevamente. Esta vez, luciendo una pequeña sonrisa, extrajo una de sus joyas preferidas. Por suerte, libre de infecciones. Una verdadera curiosidad.

Ancianidad polvorienta. Ligero. Huesecillos huecos. Con extremo cuidado, lo liberó de la funda. No resultaba saludable para el libro, pero en ocasiones no podía resistirse. Necesitaba sentirlos físicamente para entenderlos, para penetrar y conocer sus secretos. Las puntas de los dedos recorrieron la frágil cubierta. Bultos casi imperceptibles, laceraciones, rastros de un tráfico inidentificable en la arrugada, irregular superficie. Granos. El papel, fabricado con pulpa de árboles antiguos, estaba tan amarillo que las letras impresas con tinta apenas podían leerse a simple vista. Procesos químicos, deterioro, vejez, hombre primitivo balbuceante. Los ojos del científico brillaron. En algunos puntos las hojas presentaban tumores negros, explosiones, mordidas de hongos, bacterias, desgarraduras. Matices ocres, cagadas de insectos, nieblas. Túneles horadados por larvas de aspecto tumefacto, escorioso. Todo conservado para esplendor del coleccionable. Historias de putrefacción, agonía y muerte en la Previrtuhistoria. El bárbaro código de matar y morir. Matar para no morir. Para alimentarse. Para conservar la especie. Rapiña, depredación. Envejecimiento. Estúpidos partidismos ideológicos y religiosos. Aterradoras Dudas.

Aún se distinguía el pálido contorno del dibujo. Representaba un niño color sangre aguada. Trazo barato. Rudimentario. Las letras grandes y negras del título se apreciaban mejor: Peter Pan y Wendy. El apócrifo autor, J. M. Barrie, nunca había existido. Se trataba de una de las tantas falsificaciones de las Guerrillas Anticonsumo, secta erradicada décadas atrás, que encabezara numerosas conspiraciones contra DisneyCorp, el Gobierno Mundial y contra el Consejo Teológico. Una de sus ingenuas maniobras de confusión preferidas consistía en fabricar, con métodos antiguos, falsos autores para obras de la DisneyCorp, con el fin de minar el prestigio de la organización y sabotear la confianza del público.

Como era de esperar, aquellos intentos nunca prosperaron, causaron nulo impacto y las mismas Guerrillas Anticonsumo no sobrevivieron mucho tiempo después de finalizado el Reorden Mundial. Pero algunos de estos ejemplares, milagrosamente, habían sobrevivido. Y constituían un festín para los estudiosos.

Lo curioso, lo que hacía extraordinario, único, el ejemplar que Moitón sostenía con extremo cuidado, era la dedicatoria escrita en la primera página. De puño y letra de un tal Reinaldo y dirigida a un tal Juan, rezaba:

¡Esa línea que partía del “siempre”, que descendía y envolvía el nombre Peter del título del libro y luego dibujaba una ese invertida para conformar una erre mayúscula que pertenecía a la firma del autor de la dedicatoria! ¡Qué útil había resultado!

Aquellas palabras venían de la oscuridad del PreReorden, de la anárquica tenebrosidad de tiempos salvajes a confirmar una teoría que, sostenida con enorme brillantez y rigor por Moitón Toonosevich, había contribuido de manera fundamental a su prestigio, fama, y a la mejor comprensión del largo anhelo de Dios Nuestro Señor experimentado por la raza humana: la teoría de que el espíritu de Entretenimiento Universal Total es congénito y ya se manifestaba entre los humanos en tiempos tan caóticos y oscuros como los anteriores a las Guerras del Reorden. El germen de la Divinidad, el ansia de comunión toonica estaba en el hombre desde el principio de los tiempos.

La dedicatoria era para Moitón una prueba rara e imbatible del impulso natural de los seres humanos hacia el Entretenimiento Universal Total. El Entretenimiento Universal Total como aspiración sublime de Pertenencia y Eternidad. Los seres de la Antigua Naturaleza intuían y deseaban ser como las creaciones de Dios Nuestro Señor; es decir presentían la virtualcarnalidad. Querían ser personajes de la Divinidad. El detalle de la firma que aprovechaba la P del título y la convertía en una R de gran fuerza transustanciadora lo confirmaba de manera irrebatible. El anónimo redactor de la dedicatoria develaba, sin proponérselo, su inconfesable deseo de existencia carnal en la imaginación de Dios Nuestro Señor, su afán de comunión, su aspiración a ser uno con el personaje de DisneyCorp. Claro que el individuo en cuestión no podía saber que DisneyCorp era el instrumento del Verdadero Apóstol enviado por Dios Nuestro Señor a la Tierra para preparar a sus habitantes para su Segunda Venida; el instrumento escogido para diseminar a los cuatro vientos la Buena Nueva de la NewRealidad.

DisneyCorp = Vehículo Divino.

Misión que se completaría con la llegada del Reino Eterno a Tierra Firme, tal y como llegara años atrás a WebLand-Tierra Santa.

Rechazo de la Antigua Humanidad, la Antigua Naturaleza y anhelo del nuevo orden, simbolizaba aquella (solo en apariencia) inocente dedicatoria.

Moitón, con una sonrisa, devolvió el ejemplar a su funda y a la estantería-contenedor.

Después, trabajó entusiasmado toda la mañana.

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© Tomado de El gen de Dios (Colección Mariel, Hypermedia, 2018), de Juan Abreu. La Colección Mariel recoge los 11 títulos más emblemáticos de esta generación.