Él
Porque no cabe duda de a quién me refiero
Es el tema de conversación.
Hay un gordo que va en el asiento de alante
Y el padre del gordo era gusano
Pero se paró frente a Él
Y se le pararon los pelos
Y el gordo no entendía y preguntó
Pero papá tú no eres gusano
Y el padre respondió
Y qué
Se me pararon los pelos.
Selfie
Manuel Alexander Roblejo Proenza
A eso de las ocho de la noche, el viejo de al lado se murió. Semanalmente se mueren dos o tres viejos por acá, pero al mismo tiempo envejecen diez o quince personas antes de tiempo, así que no se nota la tragedia.
Ariel Maceo Téllez
“Papa, estas pálido”, me volvió a decir. Entonces fue cuando reaccione. Revisé el bolso y me puse un pulóver seco. Todos bajamos de la grada y nos acomodamos en los bancos que tiene el Saborit. Aún no llegaba ninguna noticia del hospital.
Rubens Riol
Mi primera orgía fue con los otros fiñes del barrio una tarde de los años 90. Entre todos improvisamos una cama en el suelo con lajas de piedra Jaimanitas y nos tapamos con unos ripios de mosquiteros.
Mónica Baró Sánchez
Todavía no he conocido a un hombre que se resista a un dedo bien metido en el momento exacto. Porque esa es la clave: detectar el cuándo. Y, por supuesto, haberse cortado a rente la uña del dedo que se pretenda emplear, y la del dedo de al lado, por si acaso.
Maielis González Fernández
En mi novela hay una mujer que se llama Fiorella. Se llama Fiorella porque nació en el Río de la Plata y su ascendencia es italiana, pues nadie se llama Fiorella donde yo vivo. Fiorella es artista, o quiere serlo, solo que no sabe cómo expresar el arte que cree contener en su interior.
Darcy Bo
Hay una anáfora terrible en que el fumigador me quiera fumigar con un líquido tóxico y yo no me deje poner una multa. Este país es una anáfora que se repite ad infinitum en cada casa. En cada escuela, en cada cuadra un Comité, en cada barrio Revolución. Los uniformes, los emergentes, los pioneritos, la lucha de todo el pueblo.
Miñuca Villaverde
Sueño siempre con un restaurante al extremo de un centro comercial. Sirven la comida por libras, dependiendo del número de comensales. Uno se para junto a un mostrador y pide así, por libras.
Adriana Normand
¿Dónde está el texto? Está cerca. Puedo sentir su olor podrido alrededor de mi cuerpo. Casi puedo tocarlo.
Toda la mierda que escarba mi escritura lo llena.
Jamila Medina
Psicoanalízame, por favor I Había una vez un hombre al que llamaban el-hombre-de-las-ratas. Se apareció…