Sociedad

Seres ridículamente enigmáticos con nombres simplones

Cuando en un programa de la televisión cubana, Razones de Cuba, dieron a conocer al mundo su trabajo para la policía política cubana, descubrí que la única ingenuidad de la que no había logrado desprenderme era esa que me hace ver aún hoy a los amigos como seres puros, nobles, incapaces de actos deleznables en mi contra.

Texto escrito especialmente para la antología El compañero que me atiende.

El comediante que me atiende

Ante el “policía secreto de cabecera”, quienes sienten miedo real o virtual procuran auxilio en quienes lo caricaturizan.
Sería la manera de ignorar o exorcizar la omnipresencia del intruso parternaire.

Mi comisario del otro mañana

Para los 3 o 4 esforzados agentes del «Aparato» que desde finales de los 80 han intentado tenazmente reclutarme como informador. Pero en especial para aquellos que analizaron la idea y la desecharon como improcedente. Muchas gracias, de todo corazón, por su realismo.

Texto escrito especialmente para la antología El compañero que me atiende.

Memoria de un teléfono descolgado

Tuve siempre la sospecha de que estaban grabando nuestras conversaciones. El teléfono era descolgado constantemente por la mano del funcionario que en aquella oficina, donde tantas veces había estado, trataba de explicarnos de modo enfático por qué no se nos permitía acudir al evento.

Texto escrito especialmente para la antología El compañero que me atiende.

Raza y caricatura

Al racismo y la discriminación intencional que recorre la historia cubana hasta el presente hay que añadirle el inconsciente y sin embargo sistemático desprecio que se sedimenta en tantas de nuestras rutinas sociales.

Las voces

Poesía sin Fin fue censurado por el Ministerio de Cultura. Dos patrullas de la Policía Nacional Revolucionaria, una ambulancia, una brigada de Respuesta Rápida improvisada con los empleados de la panadería más próxima, formaron el cerco que obligó a los OMNI a abandonar el taller.