Fondo de Fomento del Cine Cubano: entre el cerco y la exclusión

La semana pasada, la Asamblea de Cineastas Cubanos (ACC) hizo pública una declaración sobre el Fondo de Fomento del Cine Cubano (FFCC), estructura que refieren como una conquista del gremio actualmente amenazada. La preocupación viene generada por “reiteradas violaciones a un grupo de resoluciones y acuerdos debidamente establecidos (…) que involucran al Consejo de Ministros, el Ministerio de Cultura (Mincult) y el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), entre otras instituciones del Estado”.[1]



Cartel promocional Sexta convocatoria del FFCC (2024) / Imagen: Facebook.


Semanas antes, miembros del gremio habían estado advirtiendo sobre las irregularidades en torno a la convocatoria del Fondo para el año en curso. Varias de estas observaciones, expuestas en los espacios públicos que representan redes como Facebook, fueron silenciadas por esa plataforma, según los algoritmos para denuncias que violen las reglas de la comunidad. Sin embargo, afirman los cineastas del grupo que ninguno de los comentarios eliminados transgredía tal normativa. Por ello, aducen que se están “manipulando los mecanismos de protección con el fin de silenciar la voz de nuestro gremio” y alertan sobre este “violento y reiterado proceder”.



Captura de pantalla del post, luego eliminado, de Arturo Arango (2024). Imagen: Facebook. 


Descripción de la estructura original del FFCC

El Fondo de Fomento del Cine Cubano fue creado el 17 de junio de 2019, a partir de la Resolución no. 22/2019 de la Gaceta Oficial de la República de Cuba. Desde entonces, el reglamento establece el procedimiento para la Asignación de Financiamiento a Proyectos Cinematográficos por el Fondo de Fomento del Cine Cubano (GOC-2019-530-O43). 

La entidad encargada de ejecutar lo que el reglamento procura es la llamada Oficina del Fondo, entre cuyas responsabilidades se encuentran: lanzar las convocatorias del concurso, recibir los proyectos, tramitar los detalles técnicos de cada aplicación, además de ofrecer asesorías formales y legales para la presentación de las aplicaciones. Una segunda instancia en el proceso ha estado regida por un Comité de Selección, de anuncio público, compuesto por una variedad de especialistas con probada experiencia en cada una de las categorías convocadas a concurso.

Siendo un reclamo anterior de los creadores audiovisuales, se suponía que el Fondo entablaría una dinámica más horizontal entre los cineastas cubanos y los modos de producción independiente respecto al ICAIC. A cinco años de su redacción y en su sexta convocatoria, este no parece ser el caso.


Recientes denuncias de la Asamblea de Cineastas Cubanos

A pesar de los ejercicios taimados de represión experimentados por los cineastas cubanos, la Asamblea que los articula de forma independiente ha hecho explícitas varias denuncias en torno a la sexta edición del FFCC que el ODC considera a bien resumir:

  • Retraso e improvisación: La actual convocatoria se realizó de forma tardía y únicamente luego de que la ACC presionara reclamando la nueva edición. Su carácter improvisado ha dado lugar a varias deficiencias: mal funcionamiento del sitio web, desconocimiento de los documentos complementarios y del presupuesto inicial asignado, incomunicación por parte de los funcionarios.
  • Allanamiento de funciones y mayor control directo: Implícita en los cambios iniciados en la directiva del ICAIC a mediados de 2023, la operatividad del FFCC ha sido reducida, y su programa está siendo manejado directamente por el Consejo de Dirección del ICAIC.
  • Irregularidades y evaluaciones ideológicas: Las observaciones técnicas y legales concernientes a la etapa inicial de cierre de carpetas han estado demeritadas por valoraciones artísticas y de contenido por parte de este Consejo, realizadas de forma anónima, fuera de sus facultades y supliendo el trabajo posterior de los jurados. 
  • Suplantación de funciones: El Consejo de Dirección del ICAIC se ha tomado la atribución de emitir sugerencias sobre el guion, la estructura, el desarrollo de los proyectos entregados al certamen, realizando un filtro artístico y de contenido en una etapa que no concierne y tomando responsabilidades que no le han sido asignadas.
  • Reducción de presupuesto para la creación audiovisual: Escaso y desactualizado presupuesto asignado como premio de la sexta edición del FFCC, que no conjuga con las necesidades reales de financiamiento de una producción independiente de bajo medio presupuesto. También dista considerablemente del presupuesto que utiliza el ICAIC para obras de carácter oficial designadas directamente.
  • Conformación de jurado que responde a los intereses de la institución: La composición de los jurados anunciada en la sexta convocatoria no expresa la diversidad de género, generacional y de especialidad requeridas. En cambio, se han designado como jurado varios funcionarios y cuadros políticos sin experiencia en las temáticas a debatir. Asimismo, llama la atención la ausencia de Premios Nacionales de Cine y de jurados extranjeros.

Ante las evidencias de control del trabajo artístico por parte de las autoridades del Instituto, la Asamblea insta al mismo a “garantizar el adecuado funcionamiento del FFCC, respetando su razón de ser y su Reglamento, preservándolo como un espacio autónomo de diversidad y confrontación creativa”. Además, los cineastas exigen la conformación de un equipo de trabajo autónomo y capacitado al frente de la Oficina del Fondo, “libre de injerencias que amenacen con hacer de ella otra instancia de producción del ICAIC”.



Cartel promocional de la Asamblea (2024) / Imagen: Facebook.


La cultura autoritaria: hacerse de las instancias culturales y de sus mecanismos de deliberación

Desde su creación, el FFCC no ha estado exento de polémicas relacionadas con el carácter realmente independiente de las obras premiadas por el Fondo, la manipulación de las instituciones garantes, así como la no exhibición en salas nacionales de obras reconocidas, debido a la censura contra sus creadores.[2]

A lo largo del año pasado vimos reacomodos de carácter ideológico y burocratización de las estructuras culturales en la Isla, en función de un mayor control y subordinación al discurso político, lo que parece tomar el rumbo de una nueva estalinización.[3] Así, tras cinco ediciones del FFCC, la presente comparte similares designios en el intento por violentar y filtrar los contenidos de la creación artística, esta vez audiovisual. Los recientes manejos, realizados bajo la discrecionalidad opaca de la institución, continúan siendo ejemplo de una política cultural sujeta a diseños autoritarios y decisionistas, tendientes a:

  • Limitar la autonomía artística y las formas de gestión y deliberación fuera de los canales dominados por el Estado.
  • “Parchear” posibles conflictos extendiendo limitadas garantías y supuestas promesas de un “normal” funcionamiento de la entidad.
  • Dilatar y obstaculizar reclamos cívicos y profesionales del gremio, en el avance de una cultura democrática, por ejemplo, el propio Fondo o la reclamada Ley de Cine, entre otros sistemas que puedan articular inclusivamente las formas de producción, creación y promoción artísticas.

Este diseño político, fortalecido en los últimos años, ha continuado fracturando la creación independiente de cualquier disciplina artística, con ejemplos como el Festival Rotilla y la Muestra Joven ICAIC, a la par que infiltra y tergiversa los existentes de acuerdo con sus intereses.

El ODC advierte sobre la déspota reacción de acallar, invisibilizar y desinformar ante conflictos de creación como el presente, como ha ocurrido con los pronunciamientos de la ACC, borrados mediante la utilización de algoritmos de Facebook. Tanto el ataque por denuncia de comentarios incómodos al poder, así como la ola de respuestas desde cuentas fabricadas en el intento de desvirtuar el estado de opinión, son dos estrategias al uso por las autocracias digitales, tanto para vigilar como para descalificar legítimas acciones ciudadanas.

El ODC recuerda que, como en otras esferas de la sociedad civil, el incremento de la emigración de profesionales artistas tiene un origen directo en la represión, coacción y falta de oportunidades mostradas en esta nota. Y si bien la cultura cubana también ocurre y se alimenta allende fronteras, es lamentable que el pueblo cubano sea privado de disfrutar e instruirse en las obras que están siendo censuradas por las instituciones culturales, en detrimento de su verdadero encargo social. 

El ODC señala el rédito negativo de la subordinación de las estructuras culturales establecidas ante los designios políticos del sistema, lo que promueve la implementación de decisiones coyunturales y de facto que no guardan relación con lo estipulado constitucionalmente. Ello sienta un fatal precedente para la ejecución de estas políticas, sin obligación de ser verificadas o contrastadas en escrutinio público. Un ambiente donde las decisiones se toman bajo la paranoia ideológica no dará cabida a la libre deliberación de creadores y receptores culturales, dañando fatalmente la salud de la cultura y el patrimonio nacionales. Es uno de los principales objetivos de este Observatorio el fomento de mecanismos de deliberación que velen por los derechos artísticos y culturales de los cubanos, a la par de la identificación de las arbitrariedades consustanciales al designio autocrático.





Notas:
[1] https://www.facebook.com/share/p/yeczgQap6knTC15A/?mibextid=WC7FNe
[2] Ver al respecto ODC (2023a) Carlos Lechuga: “Al poder no le interesan los cubanos, ¿cómo les va a interesar el cine?”, en: https://revistaelestornudo.com/icaic-censura-cine-cubano-carlos-lechuga/
[3] Ver al respecto ODC (2023b) Sobre nombramiento del cuadro Alexis Triana como presidente del ICAIC, en: https://hypermediamagazine.com/sociedad/sobre-nombramiento-del-cuadro-alexis-triana-como-presidente-del-icaic-nota-de-prensa-no-65/
ODC (2023c) Sobre nuevas designaciones en el Ministerio de Cultura cubano, en: https://hypermediamagazine.com/sociedad/sobre-nuevas-designaciones-en-el-ministerio-de-cultura-cubano/





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