Susan Eckstein, ‘Cuban Privilege’ y Casa de las Américas

El pasado 8 de diciembre, la profesora estadounidense Susan Eckstein presentó en Casa de las Américas, La Habana, su libro Cuban Privilege: The Making of Immigrant Inequality in America. En la cita, la autora aseguró que Estados Unidos siempre ha querido “derrocar a la Revolución cubana”. Además, simplificó la profunda ola migratoria cubana y sus lamentables causas a un “efecto contagio” donde “si una persona se va, otros lo siguen”. Por último, aseguró haber sido atacada por la comunidad cubanoamericana, y concluyó: “Es un placer no estar en un ambiente hostil, al contrario de Miami”.

Eckstein es profesora de Relaciones Internacionales y Sociología en la Escuela de Estudios Globales Frederick S. Pardee de la Universidad de Boston. Durante su carrera, ha perfeccionado la hipótesis de que Estados Unidos privilegia la migración de cubanos. Específicamente en Cuban Privilege: The Making of Immigrant Inequality in America (Cambridge University Press, 2022) —que fuera publicado justo cuando, habiendo enfrentando todo tipo de riesgos a sus vidas, entraron más de 200 000 cubanos por la frontera—, cuestiona los “beneficios” migratorios que Estados Unidos brinda a los migrantes cubanos, y es firme detractora de la Ley de Ajuste Cubano (1966). 

Esta es una postura que Eckstein comparte con el Gobierno de la Isla, tratando de menoscabar el argumento central de la legislación: un mecanismo de ayuda a los cubanos que escapan por razones políticas. De este modo, la académica pone énfasis en la migración como instrumentalización política, evitando el conflicto original y tergiversando el contexto histórico y afectivo del exilio cubano. Esta narrativa es relevante si se conocen los lazos de su autora con el oficialismo cubano: en 2016, publicó U.S. Cuban Immigration Exceptionalism and Its Unintended Consequences, en colaboración con el Centro de Investigaciones de Política Internacional, antiguo think tank del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, actualmente bajo la dirección del Ministerio de Relaciones Exteriores.

La tesis de Eckstein fue presentada mediante un conversatorio que tuvo lugar en la Sala Manuel Galich de la Casa de las Américas, en el contexto de los 65 años de la fundación de esta institución. Sin embargo, un año atrás, cuando Eckstein quiso presentar su ensayo en la biblioteca Books & Books en Coral Gables, el evento fue cancelado por el rechazo de la amplia comunidad cubanoamericana, que llamó a su teoría “retórica anticubana” y a su presentación una “incitación al odio”. En esta crítica se nuclearon voces destacadas del exilio cubano, así como académicos, comisionados, activistas e influencers que coincidieron en apuntar que la primera falta de la académica era no reconocer a Cuba como un Estado represor, y evitar discursar sobre las verdaderas causas y consecuencias de la migración cubana. Como contraparte, la Universidad Internacional de la Florida (FIU) acogió la presentación del libro, debatido y moderado por el periodista Orlando Gutiérrez-Boronat y el académico Jorge Duany, respectivamente. La institución aclaró, sin embargo, que en ningún caso las opiniones de los conferencistas debían ser consideradas como puntos de vista oficiales de la misma o de sus docentes.

Durante el año en curso, la detracción al trabajo de Eckstein se ha extendido, específicamente contra su postura de poner en tela de juicio la condición de refugiados de los migrantes cubanos. En consecuencia, su libro en Amazon ha sido tildado de “xenofóbico”, “desinformativo” y de “propaganda procastrista”, y la autora de alimentar un “prejuicio ideológico”. Con esta impronta, no obstante, Eckstein ha sido bien recibida en La Habana, donde ha disfrutado de espacios privilegiados y puertas abiertas para sus estancias de investigación. De tal modo, Casa de las Américas ha sido escenario de una presentación mucho más orgánica y cacofónica, en coincidencia con su carácter propagandístico. 

En Cuba, los espacios culturales han sido usados desde 1959 como bastiones de difusión de la narrativa oficialista, promoviendo desde esa fachada un set de valores antidemocráticos y con connotaciones represivas, como podría interpretarse de la labor de Eckstein. El propio Abel Prieto, anfitrión en su condición de presidente de Casa de las Américas, quien con anterioridad se desempeñara como ministro de Cultura, ha defendido los juicios sumarios contra los manifestantes del 11J y negado la existencia de presos políticos; ha acusado de fascistas a organizaciones culturales internacionales como el Pen Club; ha secundado a agentes de opinión como Humberto López, que ejecutan asesinato de reputación contra artistas que disienten, entre otras expresiones de intolerancia. En contraposición al supuesto alegato conciliador de la académica estadounidense, quien la recibe es uno de los comisarios oficialistas que más ha intentado polarizar la sociedad cubana, abanderando la insidiosa frase de Fidel Castro a los intelectuales, que marcara el destino de la política cultural de la Isla: “Dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada”; llamando a sus críticos “odiadores” y “anexionistas”; criminalizando a la diáspora y a toda la cultura cubana residente en Miami.

Si tras su paso por espacios culturales y académicos estadounidenses, Eckstein se siente acogida en Casa de las Américas, es porque dicha institución solo permite juicios consonantes con el mensaje oficial del Gobierno cubano, tales como el suyo, mientras despeja cualquier representación plural y polémica. Eckstein sabe que, en un terreno clientelista, donde su peregrinación política ha cumplido función, no enfrentará la más velada crítica, sino que será alabada y aplaudida. Para colmo, es vergonzoso que ella, proveniente de una academia libre, intente presentarse como víctima de cancelación justo en un país donde la academia doméstica es continuamente vigilada y coaccionada. 

El ODC destaca la reprobable postura moral de intelectuales que, aupados por el Gobierno cubano, no tienen escrúpulos en fungir como agentes de opinión para promover valores antidemocráticos en la región. En este sentido vale subrayar el ejercicio de diplomacia cultural para la cual fue concebida Casa de las Américas, pilar de la exportación ideológica en el continente a través del arte. El ODC advierte lo peligroso que llega a ser este tipo de exhibiciones para el fortalecimiento de la autocracia cubana y la proyección de antivalores, promovida por comisarios como Abel Prieto, ideólogo cultural por excelencia del estamento político en Cuba, quien, por ejemplo, recibiera un Doctorado Honoris Causa del Gobierno nicaragüense, el mismo que ha cerrado más de 3500 organizaciones sociales y culturales, entre ellas la Academia Nicaragüense de la Lengua. Por último, el ODC llama la atención sobre la reescritura de la historiografía cubana, en función de una narrativa oficial que desestima todo conflicto natural en el desarrollo de una nación, quebranta el enriquecimiento de la memoria cultural y la preservación de su patrimonio, y legitima simbólicamente ejercicios de control y represión.





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