Todo el mundo solo. Todo el mundo triste. Todo el mundo desesperado, al borde de la autodestrucción. De ahí salieron las ráfagas semiautomáticas de Alexander Alazo en contra de la embajada cubana en Washington, DC. De esa soledad, de esa tristeza, de esa desesperación. Tedio de una muerte masificada. Paranoia sin contenido, esquizofrenia inercial.