A través de la ‘alt-right’, gran parte de los pueblos europeos ha vuelto a percibirse como amos de su destino de una manera que recuerda al triunfo de la voluntad nazi sobre el consenso post-Versalles. No importa que todo esto sea mentira, que lo es: quizá no el nazismo, pero sí las formas nazis, son sexis. A ese erotismo no puede hacerle frente la izquierda que viaja en Uber y ordena en Just Eat.