Leo palabras sueltas: cola, hija, pollo, bulevar, policía, vecina, llanto. Recuerdo ese poema de Kozer, el que termina diciendo: “(todas) caballo”. Qué loco es todo. Hay una mezcla de gozadera con necesidad y represión. Muchos países dentro de un mismo país. Muchas ganas de escapar, de pasarla bien.
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Niños y actos de repudio. ¿Eso es defender la patria?
No sé como durmieron esa noche los niños que sufrieron esta violencia. Lo que sí sé es que si los atacantes pudieron dormir, entonces la cosa está peor. ¿Cómo alguien se puede prestar para asustar a un niño? ¿Cómo alguien se puede prestar para atacar a una madre? ¿Eso es Revolución? ¿Eso es defender la patria?
Rocío Aballí: “Quiero hacer porno cubano”
“Trabajo en esto: erotismo y pornografía cubana, la imagen de las putas cubanas, de mujeres prosexo. Me encantaría poder hacer redes de putas. He pensado en hacer, junto con mi novia, un podcast de y para putas. Quisiera poder hacer videos posporno, porno cubano hecho por mujeres. Quiero que perdamos los miedos”.
En brazos de ese país llamado Carlos Lechuga
Cuando una comienza a envejecer entiende que el único país posible, habitable, es aquel que se arma de fragmentos. Así me acerco a la no-novela de Carlos Lechuga En brazos de la mujer casada (Hypermedia, 2020), con esa candidez que acompaña al realmente no saber qué me espera.
Monstruos para asustar a niños comunistas (IV y final)
Un día llegaron unos jóvenes con nuevas ideas, con ganas de cambiarlo todo. No traspasaron la cerca, pero así y todo eran un peligro. Estaban en contra del maltrato animal, y rechazaban cualquier tipo de abuso de género. Representaban, en fin, todo lo contrario a lo que el jefe había establecido en su terrenito.
Monstruos para asustar a niños comunistas (III)
Su motivación era solo una: lograr que Cuba fuera un país más justo. En medio de la madrugada, cuando todos dormían, la vigilante se colaba por la ventana, agarraba una almohada y se subía encima de alguno de los corruptos que sobraban en el ambiente: un viceministro, un director de empresa… Y los dejaba sin aire. Los ahogaba.
La Revolución de los hijos
Nuestros dirigentes tienen mucho que aprender. Algunos están a tiempo. Solo hay que poner las manos atrás, como cuando se entra a un museo. Escuchar y quitarse la careta. Sincerarse y decir: “Sí, sé que en este momento la policía está dando golpes, pero yo no puedo hacer nada, porque tengo miedo, porque también tengo una hija”.
El ministro violento, el viceministro policía
Alpidio Alonso no es un poeta. Y los cuentos de Fernando Rojas nos los sabemos todos. Ya todo es a la cara. Hay muchos represores que no muestran el rostro. Pero estos policías del Ministerio de Cultura no van a tener dónde meterse. Pueden cortar el internet, quitar los teléfonos, golpear… Pero la verdad siempre saldrá. Ahora o mañana. El tiempo de los violentos se venció. Paz, pero no olvidaremos.
Monstruos para asustar a niños comunistas (II)
Para un pionerito de pañoleta roja, esas historias de gusanos eran bien aterradoras. En ellas había una violencia que un niño no podía descifrar. ¿Quién era la víctima? ¿El Estado? ¿Quiénes eran los violentos? A cada rato tenía pesadillas. Veía a un equipo de fumigadores que iba casa por casa, barrio por barrio, buscando a algún gusano.
Monstruos para asustar a niños comunistas (I)
En esta serie de columnas me voy a poner a recopilar todas las historias de monstruos de nuestra infancia en la isla: La Loba Feroz, El desfigurado de Manrique, el que ponía agujas infectadas en los cines, etcétera. Y para todos estos antagonistas, para todos estos villanos, tiene que haber un héroe. O mejor: una heroína.