El Decreto-Ley 373 solo sincroniza al audiovisual cubano con otros campos creativos como las artes visuales. A la larga, evidencia cuán alienada estaba la esfera fílmica respecto a su propio contexto, en temas de reconocimiento legal básico. Cuadros y esculturas sí, películas no. Al moverse, las imágenes parecen ser más peligrosas.