Sería reconfortante pensar que Parasite (Bong Joon-ho, 2019) nos ha caído del cielo como el diagnóstico definitivo de un enfermo terminal. Pero por mucho que esta visión aliviase temporalmente el malestar, no dejaría de ser mentira. La enfermedad se fue fraguando con lentitud, alevosía y comodidad en todos nosotros.