Etiqueta: Columnistas

Alberto Garrandés

Monstrificación 4.0 en La Habana

En La Habana sobreviven los actos de repudio y se asiste a una resurrección de los poderes de la muerte civil. No hay desintegración en el polvo de las tumbas, ni huesos desperdigados, ni trozos de piel pegados a los ataúdes. Las formas de la muerte son ahora muchas, demasiadas, y el lenguaje apenas alcanza.

Martica Minipunto

Gramática del repudio

Una amiga me contó su diálogo con el chofer de una guagua. Él decía que había que cuidarse de los terroristas que rompían cristales de las tiendas; ella le preguntó su opinión sobre las tiendas en MLC. Cuando mi amiga se bajó en su parada, el chofer le gritó: “Si no te gusta, vete pa’ San Isidro”.

Carlos Lechuga

Incertidumbre, sexo y reventa

Mi prima me dijo: “Ya lo que quiero es que acaben de decir que esto es capitalismo, pero que nos dejen hacer a todo el mundo. Que se dejen de descaro”. Aquello me dio gracia. Capitalismo. Socialismo. Palabras tan lejanas. ¿Cómo hay gente que todavía cree en esto? ¿Cómo hay gente con fuerza para teorizar sobre esta morronguita?

Jorge Peré

Revolucionarios sin Revolución

Luis Manuel Otero Alcántara es un revolucionario. Tania Bruguera es una revolucionaria. Anamely Ramos es, toda ella, un pensamiento revolucionario. Katherine Bisquet es una revolucionaria. Julio César Llópiz-Casal es un revolucionario sin enmienda. Carlos Manuel Álvarez es un gran escritor y un revolucionario. Reynier Leyva Novo es un revolucionario de temer. Yunior García es un revolucionario. Julio Antonio Fernández Estrada es un revolucionario.

Roberta Lobeira

Roberta Lobeira: sin casa y sin flores

Teniendo una obra deliciosa y todas las posibilidades para posicionarse en el campo del arte desde una retórica de empoderamiento más que convincente, la pintora mexicana Roberta Lobeira no cuenta, no existe, ahora mismo, para ninguna de las narrativas del arte contemporáneo latinoamericanas, menos aún para las europeas.

Abisay Puentes

Abisay Puentes: La manzana en la cabeza

Abisay Puentes, en la distancia, que es también la mía, pinta cada día. Y lo hace del mismo modo que escribo yo: regido por el signo de la inequívoca conexión con ese lugar de origen que, para bien y para mal, ha marcado nuestras vidas como un tatuaje indeleble que sangra, que sangra siempre.