Diré que —como mucha gente— yo nací en La Habana. Aclararé, además, que la ciudad donde vine al mundo ya no existe.
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Ana Teresa Toro: “Soy puertorriqueña y en mi país no soy migrante”
“Si bien Puerto Rico comparte con América Latina tanto el idioma y un pasado histórico colonial bajo España, la realidad inescapable es que es el único país latinoamericano que nunca se independizó”.
Rose Mary Salum: “El origen es importante, tristemente importante”
“Poco a poco fui encontrando mi propia voz y con ella entendí que mi origen libanés no iba en dirección opuesta al hecho de que era una escritora mexicana”.
Kelly Martínez-Grandal: “La emigración hay que asumirla con humildad”
“No estoy muy segura de ser una poeta cubana, aunque haya nacido en Cuba y la comunidad de poetas cubanos de Miami me haya adoptado como una de los suyos sin cuestionarse demasiado mi pertenencia”.
Lila Zemborain: “Como poeta, no pertenezco a ningún lado”
“Escribo en Estados Unidos y escribo en español y entonces necesito, dependo de la traducción para que mi obra se conozca aquí. Pero tampoco soy una poeta norteamericana”.
Jennifer Thorndike: “La identidad es muy flexible”
“Soy parte de una camada de escritoras que empezó a publicar a mediados de la década pasada, en medio de un gran auge de las editoriales independientes que dieron una voz a las autoras y autores jóvenes del momento”.
Mariza Bafile: “Siempre sentí que mis raíces eran líquidas”
“Pertenezco por ratos y en parte a un país, a un idioma, a una cultura, a sabiendas de que todo eso puede cambiar con la fluidez del agua”.
Osiris Mosquea: “Somos el resultado de nuestras tradiciones”
“En cualquier lugar que me encuentre mis raíces serán las mismas: caribeño-africanas, latinas, latinoamericanas, dominicanas. Todos esos adjetivos están indisolublemente unidos a mí, a mis ancestros, a la sangre proveniente de la raíz que se cuajó en mi ombligo y me dio el ser”.
Franky Piña: “Si no tienes algo, lo inventas. Creas una alternativa”
“Llegó el momento en que me animé a escribir, y era un proceso muy religioso: cada ocho días teníamos que someter un texto nuevo. Ya no solo discutíamos los libros, sino que se revisaban nuestros textos, pero en una carnicería misógina increíble”.
Anjanette Delgado: “Tiendo a escribir para almas femeninas”
“Descubrí que escribía con sabor a ‘chick lit’ porque tenía miedo de escribir sobre mi vida, sobre mi niñez. Había tanto que no había procesado que no quería traerlo a mis novelas… Tiendo a escribir para almas femeninas, independientemente del cuerpo en el que vivan”.