Cuando estaban a punto de realizarse las elecciones en Estados Unidos, un amigo de Facebook escribió un post en el que se preguntaba cómo era posible ser maricón y trumpista a la vez. Sentí ganas de dejarle un comentario. Los argumentos me parecieron muy obvios, pero no comenté el post. Preferí darle vueltas a la idea en mi cabeza.
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Trump: un safe space para la revolución
En el universo trumpista hay una última justificación para la derrota: Trump perdió porque tenía a todo el mundo en contra. “Big media, big money and big tech” se confabularon para perpetrar “historic election interference”. Pero sin los big media Trump jamás habría accedido no ya a la presidencia, sino a la candidatura.
Uber Cuba 0126
Donald Trump parecía un niño abatido al que le hubieran quitado su juguete favorito. Se parecía a mí, desde que se acabó la Revolución Cubana. Se parecía a Orlando Luis Pardo Lazo, desde que salió de La Habana en marzo de 2013. Trump y La Habana: mis amores perdidos, mis pesadillas de exiliado sin nada más a lo que asirse.
Reflexiones post-electorales en torno a la comunidad cubana de la Florida
Los cubanos excomulgan a figuras que antes eran vistas como epítomes de su comunidad, como han sido los casos de Carlos Alberto Montaner, Ileana Ros-Lehtinen y Gloria y Emilio Estefan. La insignia amarilla con la que se estigmatizaba a los judíos, es sustituida por la insignia roja. Todo el mundo es tildado de comunista. Fin de la discusión.
Estados Desunidos de América
Trump será olvidado con pudor, para no tener que recordar el lodazal en que convirtió a la nación americana. Su legado es la desunión, una nación ansiosa buscando un asidero. Su legado son gordos con AR15 y chalecos antibalas, a los que él llamó patriotas, ocupando sedes de gobierno y pavoneándose en calles, escalinatas, autopistas.
Politrauma
Durante la pesadilla de las curas, dejo de pensar en Kamala Harris y en Lizzo. Esta columna no sigue el patrón inalterable de un resultado electoral. Es una historia giratoria. Recupero la “normalidad” en tres escenarios “anormales”, silencios en los que se yuxtaponen el presente esquizo y la interrogación por el futuro.
La resaca de las elecciones
Da repulsión ver un comportamiento colonial en un país que se autodenomina libre. Me parece denigrantemala gestión del gobierno cubano haya hecho que nuestro destino como nación dependa de las elecciones presidenciales de otro país. Me alegra que este proceso electoral termine.
La consumación posdemocrática
Tanto Trump como Biden habitan una realidad paralela que deja fuera de su burbuja a una parte considerable de la sociedad. Da igual en qué lugar nos situemos ante las protestas, el BLM, los debates de género o la guerra cultural. La sensación es que ni Trump podrá sofocarlos, ni Biden podrá integrarlos.
Ruinas del lobby cubano-americano
La victoria electoral de Trump no dará bríos a los votantes cubano-americanos para viajar a su país de origen a combatir el comunismo. Seguirán yendo a visitar familiares, a buscar pareja, a hacer turismo barato o negocios turbios. Muchos volverán de la Isla con ron y tabaco, que entrarán al país de contrabando.
Relaciones Cuba-Estados Unidos: redefiniendo prioridades
Si Trump sale reelecto entraríamos en un escenario menos definido, al estar bajo las libertades que ofrecen los segundos mandatos. Es decir, que podríamos asistir lo mismo a la profundización de las presiones que a lo contrario: buscando Trump aparecer como triunfador frente a una Habana extenuada y al borde del colapso.