Mientras los discursos hablaban del empoderamiento de las mujeres, yo crecía viendo a mis congéneres hacer silencio. Ya no el silencio de la víctima, el silencio por miedo al agresor, sino el silencio de “eso no pasa aquí, el país que más ha hecho por las mujeres” . Las veía mientras mi abuela María me decía: “Debiste nacer varón” .