Se ha dicho que Delerue es a Truffaut lo que Nino Rota es a Fellini. En la colaboración de ambos para Jules et Jim, queda demostrado. En Hiroshima mon amour, Delerue compone una especie de sinfonieta en cuatro tiempos para un filme que debió ser un documental. En Le Mepris, demuestra cómo un simple leitmotiv puede llenar el ámbito emocional de todo un filme.