En una charla con Isaiah Berlin, Edmund Wilson admitió que le disgustaban todos los literatos que había conocido en Londres, con las excepciones de Connolly y Evelyn Waugh, “porque eran auténticamente desagradables”. Connolly siempre profesó gran admiración por Wilson, más allá de que dijera que su novela Memoirs of Hecate County era una monotonía de insectos.