Yo era la más salvaje voz en La Habana en contra la dictadura de La Habana.
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Uber Cuba 0085
Fue allá arriba donde sacó otra vez su arma blanca. Pero esta vez la deslizó por su propia yugular. Pensé que estaría jugando a asustarme. Pensé que incluso la sangre en este parque de diversiones debería de ser pura diversión.
Uber Cuba 0084
Los negocitos domésticos en Cuba son los menos privados de todo. Son empresas estatales con una careta al descaro. Sólo por este detalle el castrismo no es una dictadura como tal.
Sobre arte, propaganda y violencia
Por puro ejercicio de poder se impone un sentido único y se hecha a un lado el análisis histórico y estético. El procedimiento es muy claro: “si estás dentro de esta sala estás conmigo”, sin importar lo que el artista o la obra misma tengan que decir.
La Habana de Frankenstein
El éxodo del Mariel estaba calientico, todo era nostálgico, todo estaba eclipsado por la fuga inesperada de tanta gente. Era un entorno comprometido a una comparación constante con aquellos que ya no estaban: el mejor que bailaba rock, el más fanático a Deep Purple, la más loca, la más rubia, y así sucesivamente.
Uber Cuba 0083
Desde mi confesionario en el asiento de atrás, recordé entonces lo que el cardenal había venido a hacer a los Estados Unidos.
Oídos sordos
Notas sobre el estudio Voces de cambio en el sector no estatal cubano: cuentapropistas, usufructuarios, socios de cooperativas y compraventa de viviendas, de Carmelo Mesa-Lago, Roberto Veiga González, LenierGonzález Mederos, Sofía Vera Rojas y Aníbal Pérez-Liñán.
Putería en bandeja
En el traspatio de los baños públicos había una puerta que conducía a unos cubículos rústicos destinados a encuentros sexuales rápidos. Quien quería hacer algo, pagaba. Y quien solo quería mirar, pagaba mucho más.
Uber Cuba 0082
Una madrugada, en la república soviética de Massachusetts, se subió al taxi el cardenal católico cubano en persona: Jaime Lucas Ortega y Alamino, arzobispo de la Arquidiócesis de La Habana.
Manantial Matanzas: María Magdalena Campos-Pons
Mi querida María Magdalena Campos,
Te escribo desde esta distancia ciega y sorda que imponen las geografías y los mapas, pero siempre con mis ojos retozando sobre el umbral de tus obras.