Personajes que, sin contarlo, han brindado su música y su arte para la cúpula del poder en bodas y cumpleaños.
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Envidiar a Padura: un alejamiento
Padura dosifica la denuncia en sus libros, no solamente para verlos publicados en Cuba, sino para garantizarse la adhesión de unos lectores extranjeros a los que les disgustaría que su denuncia fuera a más. De hacerse incisivo, Pablo Iglesias y Lula da Silva dejarían de leerlo.
Leonardo Padura: “Tengo miedo, pero me atrevo”
En agosto de 2011, Leonardo Padura me recibió en su casa en Mantilla. Hablamos de la literatura de la Revolución, de la relación de los artistas y escritores con el poder y el Estado, de la viabilidad del socialismo y de las reformas que entonces emprendía Raúl Castro. De ese intercambio salió esta extensa entrevista.
Como polvo en el viento: Leonardo Padura y el dios Saturno
Desconocer es no dialogar, no entender, no mirarse ni verse en el otro, no ceder aunque no se tenga la razón. Como polvo en el viento, de Leonardo Padura, es una dolorosa molienda que no acaba cuando llegas al punto final. Porque tocará cerrar el libro y salir a la calle o conectarte a las redes sociales. Otra vez. Para constatarlo.
Sabor metálico
“Cada vez que entrevisto a una ‘cuban-american celebrity’, padezco el mismo síndrome de Ford: ‘Tus preguntas son una mierda, pero soy yo el que tengo que responder’. Ahora lo experimento con Roberto González Echevarría”.
Las raíces de la censura en Cuba (II)
La actitud de los artistas cubanos no fue siempre honesta ni estuvo a la altura de su gran responsabilidad.
Uber Cuba 0078
Yo, como para colmo así también lo ha declarado hasta Leonardo Padura, soy un escritor sin imaginación.
“Mi regreso a Cuba va a significar una emancipación para el país y para su gente”
El regreso que estabas esperando. En exclusiva. La entrevista definitiva al escritor Orlando Luis Pardo Lazo.
¿Leerías los libros de Padura si fueran gratis?
Así que invertimos todo el dinero que teníamos en el pedido de 250 ejemplares de Leonardo Padura que viajarían a La Habana apretujados como peces en un acuario, y que servirían para armar la red de contrabando gracias a la cual viviríamos alquilados en Varadero todo el año.