En “Conversación en La Catedral” no hubo manipulación a nadie, cada cual estaba al tanto de lo que hacía. No hubo trampita con el fake, ni privacidad violentada, no hubo víctimas. Aquí todos somos adultos para asumir lo que nos toque. Nadie está obligado a nada. Usted tiene la opción de, en primer lugar, no acceder a participar en el ejercicio al que le invitan; y, en segundo lugar, de rechazar el resultado final de dicho ejercicio y no acceder a que se publique, si discrepara con los parlamentos atribuidos a su persona.
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Conversación en La Catedral
“¿De qué otra manera pueden sobrevivir los artistas cubanos si no es por el yuma? Aquí nadie compra arte, no hay un mercado nacional. Los yumas son los que permiten que exista arte en Cuba”.
Hacking No. 2: la secuela
“Hacking No. 2”, la pieza inaugural de Teoría Puñetera, exposición personal del artista Lil Puñeta, es la secuela inmediata de su obra debut (“Hacking No. 1”, en El octavo círculo, curada por Magela Garcés). Este nuevo hacking hurga en los archivos de mensajería de la cuenta de WhatsApp de la otrora curadora.
Teoría Puñetera
En el primer cuadrilátero de la recepción nos recibe con júbilo Alexander Otaola, en cuyo escritorio se advierte el encabezado “Asistente de Lil Puñeta”. Ataviado con traje y corbata, se presenta como todo un personaje de sagas bondage. Parlotea, como de costumbre, pero esta vez con el pescuezo inmovilizado.
P de Puñeta
Aquel cyber-character era nada más y nada menos que el insospechable Lil Puñeta. El protagonista de la exposición El octavo círculo, el lord Voldemort de la nómina de Magela Garcés, el infamous Dalai Lama del deepfake cubano. No se trataba de otro disfuncional show virtual en tiempos de COVID-19.
Víctimas de la pornografía, el deepfake y El octavo círculo
Un post random de Facebook reza: “Un buen amigo no te comparte una lista de autores a leer, un buen amigo te comparte una lista de sitios free porn”. Mi lista es corta, pero mola. No tengo que usar VPN para acceder a su contenido. Como buena amiga, te la comparto.