Yo no sé hasta qué punto Pablo Stoll es consciente de lo importante que ha sido su obra para mucha gente. Uno no hace una película para inspirar: uno hace una película porque tiene que hacerla. Sin embargo, hay obras que tienen la capacidad de mover a alguien, aunque viva a miles de kilómetros de distancia. El día que yo vi Whisky (2004), mi vida cambió.