No hay peor astilla que la del mismo garrote. Y después se preguntan por qué las campanas han doblado por Trump.
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Los objetos cotidianos de la anomalía
“Caminé a lo largo de los blancos salones sobrecogido por cuanto se alzaba ante mí, pero ya mi cabeza se había estremecido tras ver, no más entrar, el enorme óleo sobre tela ‘The Ascension Of The Liminal Theater’”.
Miami Grand Prix
“En el centro de un huracán todo tiene el tinte o la tesitura de la calma, mientras te mantengas alejado de las paredes del ojo”.
El demonio del nuevo Malecón
Esta temporada también será recordada como la de los muros y el mar. La ciudad y el país se han ido llenando de cercas y muros cada vez más altos. Un muro recién levantado es el de las tiendas en dólares y los “productos de alta gama”. Y al muro del Malecón quizás le doblen la altura.
Yolo Bonilla sigue cantando en una foto olvidada por mí
Ha muerto el Yolo y la noticia es un puñetazo en el mentón. Una muerte más. Un amigo menos. El Yolo y yo sostuvimos varias conversaciones en esa Habana extrarradio que recibía los olores del gran vertedero cercano a la Cujae. Hablamos de literatura y de guiones, y de la infantería del amor.
Empujar cuesta arriba una enorme bola de mierda
A pocos metros del glamur de los hoteles Manzana Kempinski y Packard, se extiende una ciudad desvencijada, con aguas pútridas en mil y un lugares, vertederos… Casi toda la capital es como un basurero enorme con vista al mar, un garbageland. Sus fronteras se han ido extendiendo con el tiempo, y ni siquiera las frena el litoral.
Paseando en Uber con Mariela Castro
A bordo del Ford Crown Victoria, Mariela Castro se quedó dormida. Al igual que Silvio Rodríguez en el estéreo, tal vez imaginaba cantos, soñaba un porvenir. ¿Qué cantos? ¿Qué porvenir? El paisaje seguía siendo un mar de cañaverales rizados por la brisa, con algunas palmas y árboles destacando sobre el fondo azul.
Notas pornográficas de mi aislamiento social
Richard Ford y yo vivimos junto al mar. Pero no somos vecinos. Parado frente a la ventana de su estudio, el mar que Richard Ford ve no es el mismo espejo de agua salada y boronillas de mierda, suspendidas o precipitadas, que veo yo desde mi cuarto. Días de encierro. Días sin lluvia. Días con muchísimo sol.
Cine y sedición en el Paquete Semanal
El Paquete Semanal lo inventó la Seguridad del Estado. Más o menos así me dijo un amigo narrador cubano. Yo traté de imaginar todo el entramado para razonar esa frontera donde el Paquete termina como negocio y comienza como estrategia de control.
¿Se esconden los policías dentro de un baño?
Vigilar y luego castigar, y de paso inocular una imagen en la memoria colectiva. Adoctrinar y disciplinar al proletariado. ¿Quién, en Cuba, anda por ahí ajeno a las cámaras de vigilancia?