“Beth Harmon”. Cuando vi su nombre en la Uber App de mi móvil, el corazón se me fue a salir por la boca. Tragar en seco o, mejor, en mojado. Eso es lo de menos. Lo de más eran sus labios tintos en rojo revolución en la miniserie de Netflix de la que todo el mundo me hablaba en el taxi: The Queen’s Gambit.