¿Por qué nunca habrá un Estado palestino?, una conversación con Elliott Abrams

Elliott Abrams es investigador senior en el Council on Foreign Relations. Ha ocupado altos cargos en política exterior en tres administraciones republicanas, centrando su atención en Oriente Medio, América Latina y las relaciones EE. UU.-Israel. A lo largo de su carrera ha sido un defensor tenaz de los intereses estadounidenses y un sionista orgulloso e inflexible.

A comienzos de este mes publicó un ensayo en la revista Mosaic titulado “Nunca habrá un Estado palestino. ¿Y ahora qué?”. Queremos hacerle unas preguntas al respecto y recomendamos que lean el artículo completo.

La conclusión de su texto es que el liderazgo palestino en realidad no quiere un Estado. Usted ha trabajado largo tiempo en diplomacia de Oriente Medio. ¿Cuándo llegó a esa conclusión?

Después de que rechazaran la oferta de [Ehud] Olmert en 2008. Yo detestaba esa oferta —que implicaba renunciar a Jerusalény pensaba que jamás sería aprobada por el gabinete o la Knesset. Pero aun así los palestinos la rechazaron.

¿Por qué le tomó tanto tiempo darse cuenta?

Nunca traté con [Yasser] Arafat, pero pensé que las cosas podrían mejorar tras su muerte. Él murió a fines de 2004, y nada cambió, así que saqué mis conclusiones.

Usted dice que llegó a la conclusión de que nunca habría un Estado palestino en 2008. Pero escribe este artículo en 2025, 17 años después. ¿Por qué la demora?

Lo he venido diciendo; ese artículo no fue la primera vez. Le dije al equipo de transición de Obama a fines de 2008 que [Mahmud] Abás nunca, nunca aceptaría nada. Pero admito que con el paso de los años lo he expresado con más claridad. Eso es porque creo que la enfermedad en la sociedad palestina se ha vuelto cada vez más evidente.

Usted afirma que los líderes palestinos no quieren un Estado. ¿Cuál es la evidencia más contundente para su punto de vista?

La idea de la partición en dos Estados es muy antigua, viene del mandato británico hace un siglo y después de la resolución de la ONU en 1947. Aunque habría creado un Israel diminuto, los sionistas la aceptaron; ellos querían con desesperación un Estado. Los palestinos siempre han dicho no —después de la Primera Guerra Mundial, tras la Segunda Guerra Mundial, y luego con Clinton, Bush y Obama. En su lugar, siempre han optado por la guerra y el terrorismo. Su objetivo ha sido destruir Israel, no erigir un Estado propio.

El presidente Macron, el primer ministro Starmer, el primer ministro Albanese y el primer ministro Mark Carney reconocieron recientemente un Estado palestino. Usted sostiene que eso nunca habría ocurrido sin los ataques del 7 de octubre. ¿Por qué?

Los ataques del 7 de octubre despertaron una especie de fiereza en muchas poblaciones musulmanas y en varios grupos de izquierda. Han vitoreado a Hamás y llaman “genocidio” a la guerra de Israel contra Hamás. Estos políticos —Macron, Carney, Starmer, Albanese buscan agradar a sus públicos domésticos, dándoles el discurso que quieren. Ese reconocimiento de un Estado palestino que no existe es puro teatro, y no ayuda a un solo palestino. Surge en reacción a ese ataque brutal e inesperado contra Israel y a las críticas a Israel por defenderse.

Usted señala que esos líderes internacionales han abandonado incluso el pretexto de exigir condiciones previas para la creación de un Estado palestino, como la renuncia al terrorismo por parte de sus líderes: “Saben lo que requeriría un Estado palestino para tener éxito, pero ya no les importa, las presiones políticas son demasiado fuertes para resistir, y desean castigar a Israel y a su gobierno de derecha por el ‘pecado’ de defenderse”. ¿Cuánta presión es internacional y cuánto es doméstica?

Creo que es casi enteramente doméstica. ¿Qué gran presión internacional existe? No hay evidencia, por ejemplo, de que Arabia Saudí esté presionando a España para hacer esto, o que los EAU presionen a Francia, o que la Liga Árabe presione a Canadá, amenazando boicots o desinversiones. No es como el boicot petrolero árabe de 1973. Son líderes débiles complaciendo grupos de presión, esencialmente arrojando a los judíos en sus países frente a lobos, porque hay muchos más lobos que judíos.

Usted dedica tiempo a escribir sobre el líder palestino Salam Fayyad. ¿Cuál es su importancia?

Fayyad fue el único líder palestino que realmente quiso construir un Estado. Fue ministro de Hacienda y luego primer ministro, y trabajó en aspectos como eliminar la corrupción y publicar el presupuesto de la Autoridad Palestina. Habló casi en términos sionistas, afirmando que Israel no fue “construido” en 1948; fue anunciado en 1948 después de que los sionistas habían pasado 75 años construyendo instituciones. Eso era lo que él quería para los palestinos —y cuando se postuló obtuvo solo un 2,4 % de los votos.

Usted cita un ensayo publicado recientemente en The New Yorker por el antiguo asesor de Yasser Arafat, Hussein Agha, y el ex diplomático estadounidense Rob Malley, que, por cierto, aún está bajo investigación del FBI. Ellos escriben: “La solución de dos Estados no es el lugar natural de reposo para israelíes o palestinos [y] va en contra de la esencia de sus identidades y aspiraciones nacionales”. Usted comenta: “Cierto, pero los sionistas, en 1948, cedieron y tomaron lo que la ONU ofrecía. Los palestinos no lo hicieron”. ¿Por qué los judíos aceptaron ese acuerdo?

Primero, porque eran constructores. Comienzas con algo, lo que puedas conseguir, y luego trabajas para mejorarlo. Segundo, porque eran realistas y sabían que tenían capacidad limitada para exigir más. Tercero, porque necesitaban desesperadamente un lugar al que los refugiados judíos pudieran llegar desde los campos de personas desplazadas en Europa.

Señala que el artículo del New Yorker está basado en un libro con una diferencia interesante. Añadió “nuevas y excepcionalmente virulentas condenas a Israel”. ¿Por qué cree que hicieron eso?

Creo que Agha y Malley deben haber empezado ese libro hace un par de años, antes del 7 de octubre. En ese entonces las cosas parecían mucho más calmadas, así que redactaron una revisión casi filosófica de cincuenta años de procesos de paz. Acusaron mucho a los palestinos, así como a los israelíes (y también a la política estadounidense). Pero ahora, en 2025, eso ya no basta; si no acusas a Israel de crímenes de guerra o genocidio, no tendrás ninguna credibilidad entre los palestinos, la mayoría de los árabes, y, ciertamente, en la izquierda. Así que, para usar una frase de Daniel P. Moynihan, ellos “se unieron a los chacales”.






* Sobre la autora:
Eliana Johnson
 es redactora jefe del Washington Free Beacon. Antes de incorporarse al Free Beacon, trabajó como corresponsal en la Casa Blanca para POLITICO. Es una presencia habitual en la televisión por cable y ha aparecido en Meet the Press de NBC, Face the Nation de CBS, This Week de ABC y PBS News Hour. Se licenció en Historia por la Universidad de Yale.

* Artículo original: “Elliott Abrams on Why There Will Never Be a Palestinian State”. Traducción: ‘Hypermedia Magazine’.