El Departamento de Justicia de Estados Unidos anunció el 4 de diciembre de 2023 que Víctor Manuel Rocha, antiguo empleado del gobierno estadounidense, había sido detenido y se enfrentaba a cargos federales por actuar en secreto durante décadas como agente del gobierno cubano. Rocha se incorporó al Departamento de Estado en 1981 y prestó servicio durante más de 20 años, ascendiendo al nivel de embajador. Tras dejar el Departamento de Estado, trabajó entre 2006 y 2012 como asesor del Mando Sur de Estados Unidos, un mando militar conjunto estadounidense que se ocupa de las operaciones en América Latina y el Caribe.
Calder Walton, especialista en inteligencia y seguridad nacional de la Harvard Kennedy School y autor de “Spies: The Epic Intelligence War Between East and West”, aporta su perspectiva sobre lo que el fiscal general de Estados Unidos, Merrick Garland, describió como “una de las infiltraciones de mayor alcance y duración en el gobierno de Estados Unidos por parte de un agente extranjero”.
¿Qué tan común es que los espías se infiltren en gobiernos extranjeros?
Todos los Estados buscan colocar espías de esta manera. Ese es el negocio de la inteligencia humana: proporcionar información sobre las intenciones y capacidades secretas de un gobierno extranjero.
Lo que hace inusual el caso de Rocha es la duración de su presunto espionaje en nombre de Cuba: cuatro décadas. Es importante subrayar aquí la palabra presunto: el caso está en curso y Rocha aún no ha ofrecido una defensa, y mucho menos ha sido condenado.
Sin embargo, si se demuestra, el espionaje de Rocha lo situaría entre los espías más antiguos de los tiempos modernos. Permitirle operar como espía en las altas esferas del gobierno estadounidense durante tanto tiempo representaría un asombroso fracaso para la seguridad de Estados Unidos.
¿Qué puede hacer un espía en este tipo de posición?
Normalmente, el servicio de inteligencia que le contrata, encarga a un espía infiltrado que lleve a cabo acciones como robar documentos informativos, memorandos secretos y otros materiales que muestren lo que piensan los responsables de la toma de decisiones. Este tipo de trabajo se asemeja rápidamente a las escenas de las películas: fotografiar documentos secretos, intercambiar información en lugares públicos o depositarla bajo farolas y puentes.
Que un agente alcance el nivel de embajador sería un premio para cualquier servicio de inteligencia extranjero. Rocha ocupó altos cargos diplomáticos en Sudamérica, como Bolivia, Argentina, Honduras, México y la República Dominicana. Esto le habría dado, y por lo tanto a sus manipuladores cubanos, acceso a valiosa información de inteligencia sobre la política de EE.UU. hacia América del Sur —y cualquier otra cosa que se cruzara por su escritorio.
Un espía infiltrado también puede actuar como “agente de influencia” que trabaja en secreto para influir en las políticas del gobierno objetivo desde dentro. Habrá que prestar atención a este aspecto a medida que el gobierno federal revele más información en apoyo de sus acusaciones contra Rocha.
Es de suponer que la comunidad de inteligencia de EE.UU. ya ha llevado a cabo una evaluación de los daños, o la está llevando a cabo urgentemente, revisando a qué secretos tuvo acceso Rocha durante su servicio diplomático, y si, como embajador en Bolivia, pudo haber dado forma a la política de EE.UU. a instancias de la inteligencia cubana.
¿Se ha asociado la inteligencia cubana con Rusia, en el pasado o ahora?
La inteligencia cubana trabajó estrechamente con los soviéticos durante la Guerra Fría. Después de que Fidel Castro tomara el poder en Cuba en 1959, la inteligencia soviética mantuvo estrechas relaciones personales con él. El servicio de inteligencia cubano, la DGI, más tarde conocida como DI, recibió en sus inicios formación y apoyo del KGB, la antigua policía secreta y agencia de inteligencia rusa.
Desde la década de 1960 hasta la de 1980, los agentes de inteligencia cubanos actuaron como valiosos apoderados del KGB en América Latina y varios países africanos, especialmente Angola y Mozambique. Pero no se limitaron a seguir las indicaciones de Moscú.
Como ha demostrado Brian Latell, antiguo experto de inteligencia estadounidense en América Latina, el servicio de inteligencia de Castro fue a menudo mucho más agresivo que la Unión Soviética a la hora de apoyar los movimientos revolucionarios comunistas en los países en desarrollo. De hecho, en ocasiones, el KGB tuvo que intentar frenar el “aventurerismo” cubano.
Una de las mayores hazañas de espionaje conocidas de Cuba fue reclutar y dirigir a una oficial de altos vuelos de la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos, Ana Montes, que espió para Cuba durante 17 años antes de ser detectada y condenada. Que yo sepa, no hay ninguna evaluación de daños de EE.UU. públicamente disponible sobre su espionaje, pero un alto oficial de la CIA me dijo que era “impresionante”.
La inteligencia cubana reclutó a Montes cuando era estudiante universitaria y la animó a ingresar en la Agencia de Inteligencia de Defensa. Allí, utilizando una radio de onda corta para pasar mensajes codificados y archivos encriptados a sus superiores, Montes reveló un enorme volumen de secretos estadounidenses, incluyendo identidades de oficiales de inteligencia de Estados Unidos y descripciones de instalaciones de espionaje estadounidenses dirigidas contra Cuba.
Las agencias de inteligencia cubanas y rusas mantuvieron sus vínculos tras el fin de la Guerra Fría y el colapso de la Unión Soviética. Esa relación no ha hecho más que reforzarse desde que Vladimir Putin, un antiguo colaborador del KGB, tomó el poder en el Kremlin en 1999.
El gobierno de Putin reabrió una antigua y enorme instalación soviética de inteligencia de señales en Cuba, cerca de La Habana. Esta instalación había sido la mayor estación de inteligencia de señales extranjeras de la Unión Soviética en el mundo, con antenas que apuntaban a las costas de Florida, a sólo 100 millas de distancia.
Los registros soviéticos revelan que Moscú obtenía valiosa información de las bases militares estadounidenses en Florida. Es muy posible que Rusia siga intentando espiar objetivos estadounidenses desde Cuba, aunque el gobierno de Estados Unidos está sin duda alerta ante tales intentos y probablemente esté tomando contramedidas.
La inteligencia cubana también colabora hoy con China, que al parecer planea abrir su propia estación de escuchas en Cuba. Pekín tiene una influencia significativa sobre Cuba como su mayor acreedor y, siguiendo los pasos soviéticos, considera la isla como una valiosa base de recogida de información y una “cabeza de puente” —el antiguo nombre en clave del KGB para Cuba— para influir en América Latina.
Si se demuestra la culpabilidad de Rocha, ¿qué lugar ocuparía históricamente entre los demás espías?
Queda por ver qué daño puede haber hecho Rocha mientras trabajaba supuestamente como espía cubano. Sin embargo, su permanencia en el gobierno de Estados Unidos lo colocaría junto a los espías más exitosos, y por tanto dañinos, de la historia moderna.
La agente de inteligencia extranjera soviética con más antigüedad en Gran Bretaña, Melita Norwood, espió para el KGB durante cuatro décadas. Cuando fue descubierta en 1999, esta bisabuela impenitente de 87 años fue rápidamente apodada “la gran abuelita espía” en la prensa sensacionalista británica.
En Estados Unidos, la mayor penetración soviética en el poder ejecutivo fue probablemente Lauchlin Currie, que fue asistente del presidente Franklin Roosevelt en la Casa Blanca durante la Segunda Guerra Mundial. Registros obtenidos tras el colapso de la Unión Soviética revelan que Currie actuó como agente soviético.
Sin embargo, el mayor daño a la seguridad nacional de Estados Unidos lo causaron, en las décadas de 1980 y 1990, Aldrich Ames en la CIA y Robert Hanssen en el FBI. Cada uno de ellos reveló una gran cantidad de secretos, incluidas las operaciones de inteligencia de Estados Unidos. La información que Ames robó para los soviéticos condujo a la detención y ejecución de agentes soviéticos que trabajaban para la inteligencia estadounidense tras la caída del Telón de Acero.
A su debido tiempo, sabremos si Rocha ocupa un lugar de ignominia similar en la historia de Estados Unidos.
* Este artículo se traduce y publica bajo una licencia Creative Commons. Puede leer aquí la versión original: The Conversation.
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