Venezuela: Operación Lanza del Sur



Muchos analistas han especulado respecto a cuándo será el ataque, la intervención o la invasión de Estados Unidos a Venezuela. Los análisis han tomado en cuenta factores personales, como el cumpleaños del dictador Nicolás Maduro, las condiciones climáticas estacionales en la región caribeña —final de la temporada de huracanes en el Caribe, el claro de Luna y más horas nocturnas a partir del solsticio—, la entrega del premio Nobel de la Paz en Oslo a María Corina Machado el 10 de diciembre de 2025 —como suerte de fecha límite, pues la líder opositora ha prometido que viajará a Noruega a recibir el laurel—, hasta los protocolos legales previos que justifiquen la acción, como la designación por parte del Departamento de Estado estadounidense al cártel de los Soles como organización terrorista extranjera, el 24 de noviembre.

Vale la pena recordar las últimas intervenciones militares de Estados Unidos en el Caribe para poder situar el momento que se vive actualmente con Venezuela. La Operación Furia Urgente (Granada, 1983) y la Operación Causa Justa (Panamá, 1989) fueron intervenciones militares rápidas, aunque complejas, lo que influyó en la planificación, sus tiempos y el momento de su designación y declaración pública. En este análisis no se toma en cuenta la Operación Defender la Democracia en Haití (1994) por su fórmula humanitaria y por haberse tratado de una misión multinacional respaldada por la Organización de las Naciones Unidas.

A continuación, se presenta un análisis comparativo y contextualizado para responder una duda que tiene en vilo a todo el Caribe y, particularmente, a los venezolanos: desde que se le da un nombre clave a una operación —como la Operación Ajax de 1953; Tormenta del Desierto de 1991; Fuerza Deliberada de 1995 o Alcance Infinito de 1998— ¿cuánto tiempo transcurre para que ocurra la primera acción militar? Conviene, para ello, franquear algunas interrogantes sobre los tiempos de nombramiento, declaración pública del nombre clave y ejecución de ambas operaciones.



Análisis temporal de las operaciones militares

La planificación militar se divide en diversas fases, que van desde la conceptualización de la respuesta a una crisis hasta la ejecución de la misión. El tiempo entre la asignación del nombre de la operación (code name o nombre clave) y la ejecución real suele ser mínimo en crisis de respuesta rápida, donde la situación sobre el terreno evoluciona rápidamente.




Contextualización de la planificación

Operación Furia Urgente (Granada, 1983)

El tiempo entre el evento desencadenante y la ejecución fue extremadamente corto (menos de una semana), lo que la convierte en una operación de “crisis de respuesta”. El nombre y los planes (que evolucionaron a partir de planes de contingencia ya existentes) se definieron apenas días antes del asalto, dada la rapidez de la crisis. El secreto fue la máxima prioridad. La declaración pública se hizo solo cuando el éxito del factor sorpresa ya estaba garantizado por el despliegue.


Operación Causa Justa (Panamá, 1989)

Esta operación, a diferencia de la anterior, fue resultado de una planificación sostenida de contingencias. El nombre Causa Justa fue seleccionado con al menos 6 meses de anticipación, remplazando otros nombres operativos anteriores. Esto refleja que la intervención era una opción madura en la estrategia estadounidense. Aunque la ejecución fue inmediata, la planificación política permitió tener listo un marco legal y una justificación pública (Causa Justa) que fue declarada casi simultáneamente con el inicio del asalto, lo que demuestra un mayor grado de preparación política y psicológica que la operación en Granada.


Operación Lanza del Sur (Venezuela, 2025)

La Operación Lanza del Sur en el Caribe venezolano no se alinearía con el patrón de respuesta inmediata y pequeña escala de la Furia Urgente (Granada, 1983). Por su tamaño, complejidad geopolítica y la naturaleza de su objetivo (un cambio de régimen o la neutralización de un gobierno-mafia), se ubicaría más cerca del modelo de planificación sostenida y justificación política de la Causa Justa (Panamá, 1989), pero en una escala de Operación de Contingencia Mayor (MCO).

A diferencia de la crisis repentina en Granada, la intervención en Venezuela sería el resultado de un largo ciclo de escalada diplomática y acumulación de pruebas y activos criminales del régimen madurista por parte del Departamento de Justicia, la Agencia Federal Antidrogas estadounidense (DEA) y el Buró Federal de Investigaciones (FBI) para lograr armar un motivo de guerra (casus belli), no en miras de la comunidad internacional, sino para el propio ecosistema legal interno estadounidense, para el Congreso, para la Corte Suprema y la opinión pública; es decir, un resorte que le evite problemas legales y de prestigio al gobierno del presidente Donald Trump.

La planificación de una MCO en un teatro de operaciones grande como Venezuela, que involucra ciberseguridad, guerra anfibia en el Caribe y despliegue terrestre masivo, requiere una extensa planeación de contingencia. El nombre de Operación Lanza del Sur sería asignado con meses de antelación, dentro del Pentágono, reflejando una posición de intervención madura para justificar una operación que desmantelaría una amenaza sistémica; sin embargo, desde su comunicación pública hasta hoy, es solo inferir que probablemente transcurrirá más tiempo desde la divulgación hasta la primera acción militar que en los casos comparados (Granada y Panamá), a la espera de una solución de diplomacia de segundo nivel (second track diplomacy) con el gobierno-mafia madurista.

Al igual que en Causa Justa, el factor sorpresa es militarmente vital para neutralizar objetivos de alto valor (como la cúpula política y militar madurista) y paralizar los nodos del sistema de Defensa Aeroespacial Multicapa, doctrina de defensa tierra-aire en la que Venezuela combina varias capas de armamento de origen ruso. El anuncio público, la declaración del nombre (Lanza del Sur) y sus objetivos (“la causa justa” de la intervención) se hubieran podido hacer en un discurso presidencial minutos después de que las primeras tropas tocaran tierra o tras el lanzamiento de los primeros misiles, buscando maximizar la sorpresa operacional y el control de la narrativa; sin embargo, pareciera que se está procurando operar en clave la diplomacia de las cañoneras (gunboat diplomacy): una fuerte disuasión naval en espera de resultados diplomáticos o sin necesidad de ataque. Asimismo, obviando algunos elementos de la ley del secreto operacional (George W. Bush no anunció públicamente el nombre de la Operación Tormenta del Desierto ni el inicio de la acción ofensiva hasta que los aviones de la coalición estaban en el aire) se busca, acaso, aterrorizar al régimen madurista y quebrar sus lealtades internas.

El tiempo que transcurre entre el anuncio público de la operación (momento en que se revela el nombre clave y el propósito) y la primera acción de ejecución es crucial y, en los casos de intervención rápida como los analizados, es típicamente cercano a cero (simultáneo o minutos antes) para asegurar el éxito táctico y la seguridad de las fuerzas.




La paradoja entre el mensaje, la disuasión y el secreto operacional

El análisis de la hipotética Operación Lanza del Sur en el contexto de las intervenciones caribeñas de Estados Unidos (Furia Urgente y Causa Justa), revela una profunda tensión entre la necesidad militar de sorpresa táctica y la finalidad estratégica de disuasión política. El estudio demuestra que, en la doctrina de intervención rápida estadounidense, la regla de oro del secreto operacional exige que el anuncio público del nombre clave y la justificación (causa justa) sea simultáneo o posterior a la primera acción de combate. Esta simultaneidad garantiza la seguridad de las fuerzas de asalto y maximiza la neutralización de la cúpula del adversario, como ocurrió en la Cusa Justa (Panamá, 1989).

Sin embargo, el caso de la Lanza del Sur presenta una paradoja temporal. En cuanto al modelo de planificación sostenida, la complejidad del objetivo (un gobierno-mafia, con una infraestructura militar rusa y una doctrina de Defensa Aeroespacial Multicapa) sitúa a Lanza del Sur más cerca de una MCO que de una mera respuesta a crisis. El bautizo del nombre clave se produce, como mínimo, con meses de antelación, reflejando que la intervención es una opción madura y estratégicamente definida.

En cuanto a la instrumentalización del secreto, a pesar de que la ley del secreto operacional exige el silencio hasta el “Día-D” (como en Tormenta del Desierto), la divulgación anticipada del nombre Lanza del Sur y la especulación intensa sobre su motivo de guerra (como la designación terrorista al cártel de los Soles) no parece ser un fallo de seguridad, sino un acto de disuasión estratégica.

Esta táctica, reminiscente de la diplomacia de las cañoneras, utiliza la amenaza creíble de una invasión planificada y nominalmente conocida para alcanzar objetivos políticos sin disparar un solo tiro. La prolongación del tiempo transcurrido desde la divulgación hasta la acción real sugiere un propósito deliberado: aterrorizar al régimen madurista y quebrar sus lealtades internas —particularmente en la élite militar socia—, forzando una solución de diplomacia de segundo nivel antes de que la Lanza del Sur sea lanzada.

En última instancia, el análisis del tiempo entre el nombre clave y el ataque no solo es una cuestión militar; es una ventana para comprender cómo el secreto operacional ha sido subvertido para fines de coerción política contra un régimen que, al subcontratar su soberanía a actores criminales, se ha convertido en una amenaza sistémica que exige una respuesta estratégica sin precedentes.



* Sobre el autor:
Alejandro Cardozo Uzcátegui es doctor en Historia por la Universidad del País Vasco. Es profesor en la Escuela de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda, Bogotá. Autor de Hugo Chávez. El huérfano de la Guerra Fría: Una biografía política (Editorial Hypermedia, 2023). Síguelo en X como @aecardozouz.


* Fuente: “Nombre clave: Operación Lanza del Sur”, artículo publicado en Foreign Affairs Latinoamerica, noviembre de 2025.