Eduardo Luis García Correa ha asumido oficialmente su papel como nuevo embajador de Cuba en Corea del Norte, presentando sus credenciales al líder norcoreano, Kim Jong Un. Este acontecimiento se produce en un momento en que las naciones con lazos amistosos con Pyongyang están reforzando sus compromisos diplomáticos tras la reapertura de las fronteras de Corea del Norte después del cierre por la pandemia del virus Covid-19. La agencia de noticias surcoreana Yonhap, citando a la Agencia Central de Noticias de Corea, informó del acontecimiento, que marca la continuidad de la alianza entre ambas naciones, que mantienen una estrecha relación desde el establecimiento de lazos diplomáticos en 1960.
La llegada del embajador Correa a Pyongyang es especialmente notable, ya que Corea del Norte y Cuba han compartido históricamente un vínculo de apoyo mutuo, una relación derivada de sus ideologías políticas similares. La colaboración entre ambos países se extiende a diversos sectores, como la sanidad, la educación y la agricultura, lo que ha consolidado su asociación a lo largo de las décadas.
Sin embargo, el panorama diplomático de Pyongyang ha experimentado cambios significativos debido a la pandemia mundial de Covid-19. Muchas embajadas, incluidas las de países tradicionalmente amigos, se vieron obligadas a cerrar a principios de 2020 debido a los estrictos controles fronterizos y a las medidas de salud pública. Mientras Corea del Norte reabre cautelosamente sus fronteras, Cuba se ha convertido en el tercer país en restablecer su presencia diplomática en la capital, tras China y Mongolia. Este paso indica un posible acercamiento de las relaciones y una vuelta gradual a la normalidad diplomática en la región. Además, Nicaragua también ha expresado su intención de abrir pronto su embajada en Corea del Norte, lo que indica una tendencia más amplia de renovado acercamiento diplomático a Pyongyang.
Por otro lado, la presencia diplomática de Corea del Norte se ha reducido, con el cierre de nueve misiones diplomáticas en el extranjero en la segunda mitad del año pasado, lo que ha disminuido notablemente su presencia internacional.
Al mismo tiempo, Estados Unidos sigue de cerca la evolución de la península coreana, con especial atención a la posibilidad de que Corea del Norte lleve a cabo una séptima prueba nuclear. Vipin Narang, subsecretario adjunto de Defensa encargado de supervisar la política espacial, transmitió la preocupación de EE.UU. en una entrevista concedida a la agencia de noticias Yonhap. Destacó los esfuerzos de colaboración entre Washington y Seúl para gestionar eficazmente la escalada de tensiones a lo largo de la Zona Desmilitarizada de Corea. Esta cooperación subraya la vigilancia estratégica de EE.UU. y Corea del Sur en respuesta a la evolución de las amenazas militares en la región, lo que refleja una dinámica geopolítica más amplia que implica no sólo a los actores regionales, sino también a las potencias mundiales que siguen la situación con gran interés.
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