En un encuentro que ha generado tanto expectación como crítica, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, y empresarios estadounidenses, incluyendo cubanoamericanos, discutieron la posibilidad de permitir inversiones y propiedad de negocios en la isla. Esta reunión subraya una vez más cómo el dinero, con su naturaleza olvidadiza y pragmática, puede hacer que los empresarios pasen por alto años de tensiones ideológicas.
El 21 de septiembre de 2023, en la misión cubana ante las Naciones Unidas, la promesa de beneficios parecía eclipsar las profundas divisiones del pasado. Con Cuba atravesando una grave crisis económica, algunos expertos sostienen que las inversiones de cubanoamericanos podrían aliviar los problemas financieros de la isla. Sin embargo, cabe preguntarse si esto es genuinamente en beneficio de Cuba, o simplemente un oportunismo empresarial.
Ralph Patiño, abogado de Miami que asistió al encuentro, reflejó la ambigüedad del momento. Mientras que él y otros empresarios ven un potencial lucrativo, hay quienes cuestionan si es ético, o incluso prudente, hacer negocios sin abordar las tensiones históricas entre Cuba y Estados Unidos.
Díaz-Canel, si bien reconoció en la plataforma X su encuentro con empresarios estadounidenses (en un mensaje sin imagen de soporte), omitió mencionar la presencia de prominentes cubanoamericanos, una omisión que algunos consideran intencionada y evasiva.
La reunión contó con líderes empresariales de la Cámara de Comercio de EE.UU., Western Union, y otras empresas. Sin embargo, su enfoque en la eliminación de obstáculos para la inversión y crecimiento del sector privado fue criticado por no abordar los problemas estructurales y las desigualdades en la isla.
El crecimiento del sector privado en Cuba, aunque prometedor, viene con el riesgo de la explotación y el olvido de las luchas históricas del pueblo cubano. A medida que la administración de Joe Biden prepara nuevas regulaciones para respaldar al sector privado, es esencial recordar las tensiones y desafíos pasados.
Díaz-Canel, al aprovechar su viaje a Nueva York para la Asamblea General de Naciones Unidas, intenta construir puentes con el mundo empresarial. Sin embargo, la historia nos ha mostrado que el pragmatismo económico, si no se aborda con cuidado, puede tener un alto costo humano y cultural.A medida que se revelan las verdaderas intenciones detrás de estas discusiones, queda claro que el mundo empresarial, en su búsqueda de ganancias, a menudo corre el riesgo de olvidar las lecciones del pasado.
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